Box en La Tola

“Quisiera tener también la fuerza suficiente y entrarle a puños a este cobarde (Andrés Páez)”. Por supuesto la agenda del duelo en los Shyris estuvo lista, el secretario Simon lo hizo inmediatamente. Cuando termina la razón y la palabra, no hay otra alternativa que resolver los problemas a trompón limpio.


El presidente volvió a referirse el jueves anterior en su cuenta de Twitter al reto con el asambleísta Andrés Páez y resolver sus problemas personales “uno a uno”. Correa negó que haya desistido al feroz encuentro a pesar que el miércoles dijo que no iba a perder su tiempo y pidió disculpas por lo sucedido.


¿Quién es el responsable de esta conducta poco común en la historia de los presidentes del país? En alguna esquina están arrinconados tres helicópteros mal tratados, mal negociados y mal comprados. Los responsables de esta desfachatez no dicen ni una palabra. A pesar que esta horrorosa compra no llega ni a los 50 millones.


Esta película trágica y cómica no termina. Como buen ecuatoriano, el señor Presidente, encontró a mano un culpable. “La prensa deshonesta. Cómo le da la vuelta a la noticia! El problema con el cobarde Páez es que no aceptó verme uno a uno, pese a sus bravuconadas en público y a haberme “valientemente” ido a buscar con cientos de personas al aeropuerto. No es que yo he “desistido”. Recuerden: el dirigente de los de luto, además de farsante, es un cobarde. ¿Qué ciudadano no reaccionaría igual ante alguien así”, escribió el jueves Correa en su cuenta de Twitter.


Reacción excepcional de un Presidente que se muestra sin paciencia. No le funcionó su incapacidad de escuchar y analizar por qué un asambleísta de oposición denuncia la mala compra de unos artefactos que no vuelan. No es correcto resistirse ante una verdad que conoce el país, lo sensato es ordenar investigar este negocio.


Y por supuesto, el asambleísta revestido de valentía respondió. Triste comedia, el argumento ha caído estrepitosamente en lo ridículo y vergonzoso. Lo mejor es dejarles como a dos malcriados que se den su trompiza en la esquina de La Tola, barrio de los puñeteros y campeones del box del siglo anterior.