Box desde Carondelet

El desafío de Rafael Correa a una pelea física contra el opositor Andrés Páez es una muestra de gobernanza machista dentro de un escenario inhóspito y salvaje que incluye hasta un prototipo de promotor de boxeo dentro de los funcionarios públicos. Ese insólito reto del ‘uno a uno’ (con matices diversos, incluso a duelo), es una representación cultural primitiva del macho dominante dentro de una manada.


Una psiquis zoológica que propone impulsos en desmedro de cualquier vía civilizada para abordar diferencias. La película de vaqueros armada, por antonomasia de hombres duros, solo para desviar la atención de problemas concretos: el índice de desempleo, el endeudamiento con China, los contratos mineros y petroleros, el costo de la canasta familiar, el impacto de la recesión regional o los efectos del nuevo precio de los combustibles, entre otros.


Sobre el tapete queda la irregular compra millonaria de helicópteros indios. Cuatro accidentes con muertos y heridos. Una mitad de motores con fallas y tres que no cumplieron los acuerdos de contrato. El riesgo comprobado para militares ecuatorianos y el crimen aún incierto del otrora denunciante Jorge Gabela. ¿Si las malas condiciones mecánicas de dos aeronaves fueron recocidas por el Ministro de Defensa, por qué fue necesario convocar a una pelea de box en sabatina y no responder varios errores puntuales?


Pues, el populista desprecia a legisladores, prensa, jueces y opositores y siempre busca el voto a cambio de promesas inviables. Pero lo peor es el uso del machismo para encandilar escenarios y reproducir el macho alfa como imagen del supuesto salvador de todos. Una vez se dijo ‘gordita horrorosa’; otra: se satirizó con ‘minifaldas de las asambleístas’; y otra: se despreció por los rasgos físicos de la vicealcaldesa de Guayaquil. ¿Acaso fueron simples disquisiciones sexistas o, en realidad, son frases que involucran la expansión desmedida de la voluntad de poder que nos hablaba Friedrich Nietzsche, el pensador de la nacional socialista en la Alemania Nazi? ‘Dios ha muerto’, decía, y el populista queda, añadiría.

[email protected]
@klebermantillac