¿Wampras?

Un sabio escritor, de cuya amistad me honro, en un reciente artículo cuenta una anécdota, en ella el protagonista exclama: “¡Verán wampras!”. Al leerlo me he quedado de una pieza y sin encontrar explicación a tamaño disparate, dicho sea con todo respeto. En la Sierra ecuatoriana desde hace tiempo se usa la palabra quichua (no kichwa porque escribo en castellano) “guambra” con el significado tanto de “muchacho/a” como de “enamorada”, esta última en franco desuso, de lo cual existen infinitos testimonios en la literatura y en la música nacional.


¿De dónde esa transformación? Aunque oficialmente quienes escriben en el Ingashimi lo hagan de esa manera, deberán reconocer que en varias regiones no se pronuncia “guampra”, sino “guambra”, en castellano quichuismo simpático y enriquecedor, cuyo primer sonido no es “U” sino “G”. En el Ingashimi se distingue “cari huambra” de “huarmi huambra”. También usamos con profusión la palabra “ñaña”, en su origen “hermana de la hermana”, hoy no solo femenina, sino masculinizada en “ñaño” cuyo significado también engloba la amistad.


Me pregunto, ¿cómo se escribirá correctamente este entrañable vocablo? ¿“Gnagna”, tal vez? Porque la “eñe” es la letra castellana por antonomasia y pareciera que se trata de apartarse de manera radical del alfabeto venido de España y aceptar el llegado del mundo anglosajón, con el pretexto de la lingüística.


En la Sierra, en los ambientes en los cuales se mantienen en algo las tradiciones, nadie dice “wawa” (pronunciado “uaua”) sino “guagua”, también con alteración en su significado original “hijo/a de la madre”, pues hoy significa no solo “hijo/a” sino niño/a pequeño/a, si bien es sabido que un padre o madre antes no tenía empacho en decir “guaguas” a sus hijos aunque ya tuviesen veinte años de edad.


A propósito de “padre”, es frecuente oír que en quichua se traduce “taita”, cuando esta palabra es de origen indoeuropeo, en eukera, por ejemplo padre es “aita”; en el Ingashimi padre se dice “yaya”. No nos admiremos si ahora dicen “sumak” lo que en el “ñaupauras” (tiempo antiguo) decíamos “sumaj”.

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