A grandes males…

… grandes remedios, dice el refrán. Dejo volar mi imaginación y encuentro un camino posible para salir de los diversos pantanos en los cuales hemos penetrado los ecuatorianos por diversas razones. Y salir aunque no fuese de manera completa y satisfactoria para todos. Estas razones no importan: pueden deberse a circunstancias fuera de nuestro control, como decisiones tomadas por otros países o erupciones volcánicas, repito no importan. En estos momentos críticos se podría ensayar la conformación de un gobierno de unidad nacional, o de un gabinete de emergencia. Aceptar la colaboración de personas capacitadas aunque no pensaran como los gobernantes; colaborar con el Gobierno aunque se lo tenga como enemigo político.

En otras palabras, dejar de lado las diferencias políticas y encontrarse en los consensos técnicos y operativos. Aceptar, como principio básico inamovible, la buena voluntad de los expertos para poner el hombro frente a escenarios realmente preocupantes. Pongo por ejemplo: Las medidas a tomar frente a la posible (para algunos inevitable) erupción del Cotopaxi no deben colorearse de política partidista, sino de eficiencia, rapidez y la mayor simplicidad posible. Frente a la desgracia nacional inminente a causarse por El Niño debemos esforzarnos tirios y troyanos, sin fijarnos en colores externos ni internos. Si, por consecuencia de estas catástrofes o de decisiones ya pasadas, llegara el fantasma del desabastecimiento, buscar medidas entre todos los ecuatorianos, encontrar la salida desde ahora, no cuando ya sea demasiado tarde.


¿Cuesta tanto reunirse frente a males que atañen y atacan a todos? Si todos renunciáramos a algo nuestro: ideas, proyectos, planes, pero también ambiciones y egoísmos, tal vez podríamos abrir caminos inéditos, adoptar conductas novedosas y hasta revolucionarias para conseguir el bien de todos. Si cada uno actúa por su lado, no solo nos vencerá la naturaleza, sino que crecerán los odios y, en la práctica, nos mataremos por lo poco que quede y nos echaremos la culpa unos a otros, y medrarán los peores.

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