Casa para los enfermos mentales

Es hora que los centros de beneficencia del país se preocupen por las personas que padecen de enfermedades mentales y que deambulan a todas horas del día por las calles de la urbe con vestimentas que emanan olores nauseabundos por la suciedad que adquieren debido al tiempo prolongado que la usan y también porque casi nunca se asean el cuerpo.


Esta humilde gente que la vida les ha dado un destino triste que no tienen donde pasar las noches y amanecen en los portales a la intemperie de la naturaleza y que para comer tienen que escarbar los recipientes de recolección de basura donde muchas veces se depositan residuos alimenticios que le sobra a familias acomodadas, unos en buen estado y otros en proceso de putrefacción, siempre con sed y con hambre y sin tener un lugar para el reposo al que todo ser humano tiene derecho; de allí que repito, alguna institución debe preocuparse por ellos y se haga justicia con esta clase indigente.


En buena hora que la mayor parte de ellos no son agresivos aunque existen excepciones porque me ha tocado ver que a una de sexo femenino le gusta agredir con palos a los transeúntes y otros hasta en la puerta de la iglesia lanzan epítetos impublicables naturalmente producto de su esquizofrenia. Yo pregunto, ¿dónde iríamos a parar si estos enfermos mentales fueran todos agresivos a sabiendas que en la urbe andan niños, ancianos y personas con discapacidades? ¿qué sería de ellos si reciben agresiones y no tengan forma de defenderse, además que algunas del sexo femenino andan semidesnudas mostrando sus partes íntimas?


Todas estas razones me motiva a escribir y a solicitar que se haga conciencia y que se reúnan voluntades cuando tanto hablamos de solidaridad que en la realidad no existe sino como simples sofismas que no se practican porque los valores que siempre expresamos solo existen en teoría y esto es cuestión de accionar y predicar un sentimiento que llegue a todos los ecuatorianos. Cuando se eligen candidatas de distinta índole a nivel nacional, provincial y parroquial; todas prometen atender a las partes más vulnerables de la sociedad como son niños y ancianos, enfermos e indigentes.


Pero eso sólo queda en enunciados porque únicamente los ofrecimientos se los realizan en fiestas navideñas obsequiando unos paquetes que contienen alimentos, ropas usadas, cenas y el resto de los días del año se olvidan de ellos. Sería bueno que se haga una reflexión profunda sobre el tema.