El camino

Por: Andrés Montes de Oca

El camino no era: cooptar todas las funciones del Estado en el ejecutivo, ni amordazar la prensa (preferible libre, crítica e imperfecta que sumisa al gobierno de turno), anclar el desarrollo del país a un gasto insostenible, a un despilfarro constante; explotar el Yasuní. Demandar a los periodistas por ejercer libremente su profesión.

Desafiar a U.S.A. y Reino Unido protegiendo a Assange de delitos que también son delitos en Ecuador. Comprar helicópteros haciendo oídos sordos a las recomendaciones del difunto General Gabela. Empeñar el oro, endeudarnos con los chinos en condiciones usureras; comprar con trampa nuestra deuda externa. Olvidar al agro, al ganadero, clavarles impuestos a la tierra o cobrarles anticipadamente el impuesto a la renta.

Construir casas en Cuba. Acercarnos a Bielorrusia, Irán, Siria. Comernos los fonditos de ahorro, para contingencias. Acudir desafiante a un sublevado cuartel policial. Confrontar con las FF.AA. Insultar, burlarse del mandante. El camino no era el socialismo del siglo XXI, ni las sociedades con Chávez, Maduro, Castros y Kirchners. Botar millones en la Refinería del Pacífico, etc.


No me alcanzaría esta columna para seguir hablando de lo que no debía ser. Ustedes se preguntarán, y entonces, y ahora, ¿Cuál es el camino? Seguramente tendrá que ser el opuesto al que tomó la larga pesadilla neorrevolucionaria. El camino de la seguridad jurídica, del respeto al derecho ajeno, del progreso a través del impulso a la empresa privada; el camino de la independencia de funciones; de la solidaridad, de la austeridad, del diálogo; de la libertad.