Conaie sin miedo

Cuando se trata de movimientos y reivindicaciones sociales, en Ecuador solemos preferir que todo se quede en el terreno de lo etéreo. Nos gustan esas batallas simbólicas, llenas de rituales, discursos y manifestaciones artísticas, que a lo sumo requieren palabras y gestos protocolario. Cuando exigen cambios concretos, ya no nos suelen gustar. Si conllevan cambios legales, nos oponemos, y si tienen un impacto económico, nos escandalizamos.

El movimiento indígena en Ecuador ha gozado de inmensa popularidad siempre que se ha limitado a permanecer en el inmaculado espacio del mero discurso, sobre todo si es con tintes espirituales y folklóricos, pero se ha vuelto blanco de ira cada vez que, como en octubre de 2019, ha osado exigir cuestiones concretas y ha hecho sentir su fuerza sobre la infraestructura. Con Leonidas Iza en la presidencia de la Conaie, el país tendrá que resignarse a lidiar con un movimiento indígena menos complaciente.

A diferencia de otros líderes del movimiento, Iza ha hecho énfasis siempre, con justa razón, en la injusta tajada que le ha correspondido a la población indígena de la Sierra en la repartición y administración de los recursos de los país.

A los indios les ha correspondido cuidar el agua, preservar el suelo y producir alimentos para todo el país; han tenido que hacerlo trabajando en circunstancias geográficas durísimas, bajo el desprecio estatal que apenas ha aportado infraestructura pública. Con pésimas vías de comunicación, mínimo acceso a salud, educación y seguridad social, y excluidos del sistema financiero, jamás han dejado de producir y, de forma admirable, han mantenido un cohesionado tejido social con índices de seguridad y orden que son la envidia de las zonas de pobreza urbana. Cuando, en ese contexto, se les quiso arrebatar la única ayuda estatal que de verdad hacía una diferencia en su calidad de vida, el subsidio a los combustibles, Iza dirigió una reacción inesperada.

En una economía levantada sobre mentiras, con tantos subsidios y prebendas que ya nadie es capaz de determinar cuánto de verdad valen las cosas y quién se beneficia de ellos, los indios han sido los grandes perdedores. Ojalá la Conaie empuje a sincerar la economía, no a distorsionarla más.

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