La lucha continúa

Traspasamos el año y henos aquí en el 2021. No sin temores, frustraciones, desencantos, hasta comportamientos audaces, compulsivos, desde las almas profundas, y desasosiego de lo que nos espera todavía. Una espera larga, tediosa y llena de incógnitas.

Pese a las medidas de excepción los ecuatorianos -y los ciudadanos del mundo- sacaron a relucir, a manera de revancha, toda la energía reprimida por extrovertir sus tendencias y formas de vida rutinarias en una sociedad que vive al apuro, extenuada, en el día a día, sin ruta de futuro, que no sea inmersa en un consumismo de sobrevivencia material, de deleite y satisfacción egoísta de su ego, el mismo que deslumbra para generar energía en círculo vicioso para todos los días y los años. Son las generaciones nuevas y el arrinconamiento de los que tomaron el tren de la vida decenas de años atrás. Signos del nuevo milenio que discurre.

Pero el paso del año no significa nada realmente, que no sea una vuelta más del planeta alrededor del astro reluciente. Casi como una raya más al tigre. De tal manera que la ansiedad de zafarse de las amarras del confinamiento cada vez es mayor, y los casos de contagio del Covid-19 casi en explosión. Y el desempleo, la pobreza, el hambre igual. Menos los bancos, financieras, agroexportadores, otros. En Ecuador hasta el CNE tiene recursos para repartir a payasos, inversionistas, pitonisas, que nos salvarán del infierno y nos trasladarán a un nuevo firmamento de solaz y felicidad. Son una lumbrera!

Personalmente, en este maremágnum, coincido con Stéfhane Vinolo, profesor de Filosofía de la PUCE, que sostiene: “Una de las cosas que aprendí de esta pandemia es que el año 2020 no marca del 1 de enero al 31 de diciembre. Mañana no se va a sentir que cambia de año: el 2020 seguirá sobre nuestros hombros hasta solucionar el problema covid…( ) Los años no se marcan por los meses sino por los acontecimientos: el 2020 inició en marzo y se acabará cuando la pandemia termine”.

Hasta el calendario se hizo trizas. Así de claro!