Rosalía Arteaga Serrano
Hace unos días, en un evento organizado por Fundación Telefónica, denominado EnlightED, tuve la fortuna de escuchar una conferencia esclarecedora y que brinda luz en un mundo que amenaza colapsar por el poco cuidado que hemos tenido en nuestra relación con la naturaleza, pero que también se presenta con perspectivas poco alentadoras en lo relativo a la generación de nuevos empleos y al lugar que ocuparán los robots y la Inteligencia Artificial en un mundo que parecería menos humano.
El escritor alemán Gerd Leonhard, calificado a sí mismo como futurista y consejero, pone énfasis en algo en lo que siempre hemos concordado, esto es en la importancia de la educación y en la necesidad de formar a los niños y jóvenes con ese componente de humanidad que aparece cada vez como más obsoleto, más dejado de lado.
Pronunció frases tan significativas como las que atañen a la felicidad: “La felicidad no es un algoritmo” o que las “máquinas serán las nuevas comodities en el futuro”.
El futuro se basa en la calidad de la educación que podemos dar a nuestros niños, por lo que requerimos no solamente maestros que enseñen conocimiento sino “sabiduría”. Que despierten su mente para que desarrollen sus capacidades que permitan solucionar problemas, fortalecer la democracia, otear con nuevas miradas a un mundo en el que habrá menos espacio para la rutina y más para la creatividad.
Por ello, hay que pensar, como lo estamos haciendo en diferentes foros, en una nueva gobernanza mundial, con preeminencia de líderes éticos y valores, actuando siempre como seres humanos y no como robots.
Así, con esta concepción, podemos mirar al futuro con ojos más esperanzadores, si hacemos las cosas bien y colocamos nuestro énfasis en una educación humanista.