Fausto



CARLOS VIVAS ARMAS



Creo que la mayoría de ciudadanos que cursamos el bachillerato en el siglo pasado, cuando nos exigían leer obras literarias universales de calidad, habremos leído y disfrutado del magistral escrito del alemán Goethe, en el cual existen dos personajes conocidos como Mefistófeles y el doctor Fausto, quien se encontraba cansado de la vida y decide aceptar un contrato mediante el cual entrega su alma al diablo a cambio de dos décadas de felicidad.


Este ejemplo lo toma el señor Varoufakis, quien al igual que los líderes de la revolución del fracaso que se trata de imponer en Sudamérica, maneja tesis que consideran reestructuraciones de deuda (calificándola como ilegítima), menos austeridad, redistribución de una riqueza inexistente y reformas constitucionales que faciliten a los caudillos y sus proyectos políticos neo socialistas, a eternizarse en el poder.


Este personaje griego, recientemente estuvo de visita en el país, usufructuando de su fama que le permite cobrar sesenta mil dólares por cada charla ofrecida fuera del viejo continente, además de pasajes en primera clase y lo que popularmente se conoce como “cama, dama y chocolate”, seguramente para amortiguar la tortura en que se convertiría el ofrecimiento de mantener la dolarización, por parte del presidente electo por el CNE, en el caso que quiera cumplirla.


Este señorito pone especial énfasis y aconseja demagógicamente retornar a la soberanía monetaria, como si los ecuatorianos conscientes no supiéramos el calvario que eso significa.
También justifica los niveles exorbitantes de endeudamiento, a los que nos han acostumbrado en la última década, imprimiendo una máxima que ojalá no se materialice: “La deuda es para las sociedades lo que es el infierno para el cristianismo, algo tan necesario como desagradable”.