En todas partes está Dios

Era el doctor gel Modesto Borja connotado jurisconsulto, hombre de cultura, descendiente de rancio abolengo, de «la mata» de la nobleza: Riobamba.

Diputado a la Constituyente de 1899, ya en pleno rimen liberal, un honorable del bando de los caos, los conservadores, presenta consideraci de la Cara un proyecto por el que se gravarcon diez centavos el quintal de sal, para dedicarlos a la construcci de un templo, yo no sdonde, digamos en Pujil que nos ha donado tan acendrados caticos como el General Guillermo Rodruez Lara.

Abierta la discusi, se argumenten favor y en contra del proyecto.

Un diputado rojo, m rojo que sangre de toro, argumenty se pronuncicon ardor contra el proyecto «Para qum iglesias?», expres «tenemos, ser Presidente, muchas iglesias; algunas, como las coloniales, son monumentos que nos enorgullecen», hay capillas por doquier; antes que m templos debemos construir escuelas y cuarteles; si, como dice el autor del proyecto, la mayor de los ecuatorianos son caticos fervientes, que recen al aire libre, ya que en todas partes estDios. Quhermoso espectulo, seres diputados, contemplar una grey hincada sobre el prado, elevando contrita sus plegarias al cielo, bajo el palio del firmamento, acariciada por la brisa perfumada del campo».

Le interrumpe el doctor Borja con estas palabras: «Bueno . . . Y si llueve?» Adi proyecto!; fue al archivo.

Esta andota la refiri en galano lenguaje, en «QuTiempos Aquellos», el distinguido diplomico doctor Enrique Arroyo Delgado, pero omitiel nombre del protagonista; por eso la incluyo en este anecdotario.