Cheque en blanco

Es la expresión utilizada por quienes han sido manejadores de los cheques en blanco que la posesión del poder político les permitió apropiarse. ¿Quiénes son éstos? En primer lugar los socios de los grupos monopólicos; vienen luego los poderosos banqueros y financistas; les siguen los monopolios políticos bajo membretes de partidos políticos. Estos sectores, unos más otros menos, han manejado la política, la economía, el comercio, los medios de producción, en fin, la riqueza del país, naturalmente en su beneficio.

Ahora que se vislumbra un rayito de esperanza a través de la Asamblea Nacional constituyente, estos sectores, temerosos de perder sus enormes privilegios, venden la idea de que no hay que darle al Presidente Correa un cheque en blanco por medio de una mayoría correista en dicha Asamblea. En principio esta reflexión tiene validez. Pero solo en principio. Es que detrás de esta aparente buena reflexión se esconde el mensaje secreto: “no den el voto por los sectores progresistas, den el voto por la partidocracia”.

Pienso que ni lo uno, peor lo otro. Debemos ir a la elección de asambleístas con un sentido crítico y selectivo. No caer en la ingenuidad de votar por los mismos de siempre. Es decir, por aquellos que representan a los tradicionales intereses de los oligopolios de la banca, del comercio exterior, de la burocracia dorada y, lastimosamente, de esa perversa red de atracadores, ladrones de cuello blanco, contrabandistas, traficantes. La partidocracia que representa a estos intereses, es hábil, astuta, camaleónica. Ya están ensayando “estrategias”. Lanzarán candidatos “nuevos”, en aparente remozamiento generacional, pero solo para defender los privilegios de siempre. También intentarán engañar a la ciudadanía, a través de la inscripción de supuestos “nuevos movimientos ciudadanos”. Inclusive, algunos ya nos están hablando el fácil discurso de las ofertas de cambio. Pero una vez que logren captar puestos en la Asamblea, serán los encargados de oponerse a los cambios que tanto reclama nuestro pueblo. A estos hay que negar les el cheque en blanco.

Tampoco hay que extenderle un cheque en blanco al Presidente. El poder del Estado no debe centralizarse en un individuo, por muy buenas intenciones que tenga. El Presidente es un administrador, un mandatario, no un mandante. Esta función debe descansar en el pueblo organizado. La nueva Constitución debe delinear los mecanismos que le permitan a la ciudadanía ejercer la autoridad colectiva y participativa en la vida de la nación, en el ejercicio del poder, en la función fiscalizadora y sancionadora. Solamente la acción permanente de los colectivos populares, podrá garantizar la inauguración de una real democracia. La consolidación de una República nueva, diferente, que sea para todos, sin distingos de regiones, de provincias, de ciudadanos. Insisto, los extremismos que debemos combatir son los de la opulencia petulante y de la miseria inhumana.