JORGE QUINTERO BONILLA
Es una vergüenza sin nombre para Esmeraldas y el deporte esmeraldeño, la situación en que se encuentra el único espacio deportivo que posee la ciudad de Esmeraldas, la muy famosa ‘Polverita’, como se bautizó al emblemático estadio Folke Anderson, un espacio deportivo de grandes e históricos acontecimientos y que tantas glorias deportivas nacionales nacieron en su reducto.
Es una pena ver la situación en que se encuentra ese establecimiento y nos ponemos a pensar que esta provincia verde fue, es y seguirá siendo ese gran semillero que nutre desde siempre al país de muchos deportistas de élite en todo su contexto y especialmente futbolistas para todos los equipos del país y el mundo; entonces, nos toca decir que es inconcebible la situación del Folke Anderson.
La Federación Ecuatoriana de Fútbol y todos los clubes del Ecuador que tanto se benefician del futbolista esmeraldeño, tienen una deuda con esta provincia, que aporta con mucho más del 75% de jugadores en todos los equipos del país y por ende a las selecciones tanto como juveniles o de mayores se nutren del semillero esmeraldeño, pero culpables y responsables son la dirigencia esmeraldeña que no sabemos qué es lo que pasa con ellos que a dentelladas y otras actitudes se disputan un espacio dirigencial en las instituciones.
Pero la pregunta es ¿para qué? porque luego que llegan no pasa nada, ahí está el estadio cayéndose en pedazos la parte interior convertida en la máxima expresión de la desidia y quemeimportismo por parte de seudos dirigentes un estadio con su parte interior un desaseo y destrucción total y la parte exterior se encuentra con otra asquerosa manifestación de suciedad y abandono, en síntesis, un feo y sucio lugar es hoy el Estadio Folke Anderson.
En días anteriores un dirigente deportivo un poco molesto por alguna crítica que se está dando en torno a la situación vergonzosa que se encuentra el estadio Folke Anderson pronunció que le está dando una manita de gato haciendo por ahí gestión personal (aleluya) a quien le quiero decir que no se sienta aludido ni molesto porque “el que se pica pierde”, es mejor que se ponga a trabajar como lo está haciendo, porque como se dice en el argot popular: “por sus obras lo conoceréis y los reconocerás”.