Prejuicios asesinos

Carlos Freile

Una de las mayores preocupaciones de quienes trabajan en contacto con los adolescentes de nuestro país es el aumento de embarazos a edad temprana y, aunque esto se dice mucho menos, de las enfermedades de transmisión sexual. Sobre este tema la prestigiosísima revista médica The Lanzet ha publicado un estudio de dos connotados especialistas, Chika Edward Uzoigwe y Luis Carlos Sánchez Franco (“Abstinence in HIV prevention: science and sophistry”).

En resumen, los dos investigadores ponen en solfa todo mensaje preventivo contra el Sida que no incluya la inevitable necesidad de aconsejar la abstinencia y la fidelidad como los medios más seguros y eficaces para evitar el contagio. Insisten en la grave responsabilidad política, legal y ética de las autoridades responsables, las que deben evitar los prejuicios y ceñirse a la verdad objetiva, a los resultados concretos de las diversas campañas.

La experiencia demuestra que la sociedad no está dispuesta a aceptar esta realidad, prefiere correr el riesgo de aumentar el número de contagios (y de embarazos no deseados, sobre todo en las adolescentes) recurriendo al método exclusivo de propagar el uso de preservativos. La tarea más urgente es, por esto mismo, que la comunidad entera acepte la verdad del fracaso de ese uso, que valore las nuevas propuestas (que no son tan nuevas, por lo demás) y las ponga en práctica.

Como ejemplo negativo tenemos el de Chile: allí se ha basado la campaña contra el Sida en el preservativo, en consecuencia, entre 2010 y 2017 la transmisión del virus ha aumentado en un 96%, con mayor incidencia entre los 15 y 25 años de edad (informe presentado por el médico infectólogo Dr. Alejandro Afani del Hospital Clínico de la Universidad de Chile y refrendado por la ONU).

Esto no hace sino confirmar innumerables estudios, casi todos ellos silenciados por los prejuicios, como el de la Dra. Helen Singer-Kaplan quien concluye: “Confiar en los preservativos es coquetear con la muerte” (The Real Truth about Women and AIDS, Universidad de Cornell). Aquí seguimos con los ojos cerrados.

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