Pablo Ruiz Aguirre
No eres mejor persona por mantener una religión y criticar otra. Eres una persona justa si toleras la ajena por sobre la convicción propia. No eres mejor persona por mantener una posición política o una determinada ideología. Eres una persona justa cuando eres coherente, haces lo que dices, amparas la discrepancia con tu argumento y tienes sindéresis.
No eres mejor persona por defender tu tipo de familia, de moral y de sociedad. Eres una persona justa si empiezas a pensar en la familia humana, sin estereotipos, sin prejuicios, sin dogmas ya. No eres mejor persona si escudas tu posición a raja tabla por cualquier medio. Eres una persona justa si aprendes a entender que las verdades no son absolutas, sino caminos, y que los caminos están para construir una filosofía de vida, pero que ésta última puede derivarse en la pluralidad y por ende hay que respetar las impropias sin más. No eres mejor persona por querer que todo mundo respete uno sola forma de sentir, una sola cosa en que creer. Eres una persona justa si entiendes que ello es un nuevo intento de colonización moderna y que debemos recuperar un fortín que hemos perdido hace mucho, el derecho a sentir y creer en un horizonte diferente.
No eres mejor persona por hacer algo hasta las últimas consecuencias cuando todos te ven. Eres una persona justa cuando lo haces en la oscuridad del anonimato. No eres mejor persona por haber tenido educación formal. Eres una persona justa si sabes decir “gracias” y “perdón” con el birrete de la humildad. No eres mejor persona por acertar la mayor cantidad de veces. Eres una persona justa por reconocer tu derecho a errar y tu obligación de corregir. No eres mejor persona por cumplir todas tus metas planificadas. Eres una persona justa cuando sabes que las metas compartidas son la esperanza del mañana. No eres mejor persona por debatir en cada espacio, en cada momento y defender tu idea como que no hubiera otra. Eres una persona justa cuando entiendes que ceder también es crecer.
No necesitamos mejores personas, necesitamos personas justas. No necesitamos personas herméticas que defienden lo que defienden porque conocen lo que conocen. Necesitamos personas justas que defiendan la libertad de ser, de pensar, de hacer, de sentir.
“Estamos guardando las medias en el cajón de los calzoncillos solo porque es el único cajón que conocemos” De Ambrosio. (O)