Choque de trenes

Venezuela está al borde del abismo ante los graves problemas que afronta por la pésima gestión gubernamental, el desabastecimiento y la caída acelerada de los precios del petróleo.


El chavismo en lugar de iniciar un acercamiento con la mayoría indiscutible, amenaza con profundizar en la vía de su fracasada revolución, manipula el nombramiento de jueces de la Corte Suprema, amenaza con vetar la amnistía propuesta para los presos políticos y exiliados y pone en marcha asambleas comunales.


Ante la situación, y con razón, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, pidió que “nadie distorsione la voz del pueblo ni su expresión más genuina -que son los resultados electorales- con estratagemas de dudosa juridicidad, ni reclamando decisiones viciadas de parcialidad a organismos reconstituidos para la ocasión”.


Como se sabe, el 6 de diciembre, el electorado le pasó factura al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) con una paliza que acabó con el manejo del Congreso durante los últimos 17 años.


Esta semana, en un hecho simbólico, el nuevo titular de la Asamblea, Henry Ramos, ordenó el retiro del palacio legislativo de las imágenes de Hugo Chávez y advirtió que se investigará la corrupción rampante, al tiempo que prometió que en seis meses el presidente Nicolás Maduro deberá dejar el poder, lo que causó que este y Diosdado Cabello arreciaran sus ataques.


Así las cosas, ante la ausencia del diálogo, se aproxima un verdadero choque de trenes que no augura nada bueno y puede vulnerar la democracia.