Tres países de América apuestan por reducir jornadas laborales

En cifras absolutas, el número de desempleados en Brasil durante el trimestre concluido en enero pasado fue de 9 millones de personas, con lo que se mantuvo estable frente a agosto-octubre de 2022. En la imagen un registro de archivo de un operario de una fábrica metalmecánica al soldar una estructura en hierro, en Sao Paulo (Brasil). EFE/Fernando Bizerra

La racionalización de horarios de trabajo está en debate en la región, pero con diferentes objetivos. Hay países en los que se trabajan hasta 10 horas diarias.

Redacción SANTIAGO DE CHILE

Países de América, especialmente Chile, Estados Unidos y Colombia, se están planteando reformar por ley la extensión de la jornada laboral, que en algunos lugares como México alcanza extenuantes nueve o diez horas diarias.

En especial en las grandes capitales, que concentran la mayor parte de la población, donde a las ocho o nueve horas laborales se suman una o dos para comer, y normalmente dos más para desplazarse al lugar de trabajo y volver a casa.

Si a ello se añade la necesidad de dormir al menos seis horas, como recomiendan los expertos de la salud, el resultado es que para los trabajadores americanos apenas quedan seis horas para ayudar a los hijos en las tareas, compartir con sus parejas, ir al supermercado, cocinar, ir al cine o cualquier otra actividad personal o de ocio.

Los bajos salarios, la inflación y la crisis económica generalizada hacen que muchos deban compatibilizar dos ocupaciones y muchos más caigan en el mercado negro, donde los expertos coinciden en que “Latinoamérica se ha convertido en la nueva China”.

Diferentes políticas

Mientras que la tendencia a racionalizar los horarios y reducir las horas laborales se extiende en Europa, la reacción en los países de América es diversa: solo Chile y EE.UU. parecen trabajar de forma decidida en esta misma dirección.

La semana pasada, la Comisión de Hacienda del Senado chileno aprobó un proyecto que busca reducir la jornada laboral semanal a 40 horas en los próximos cinco años.

En Estados Unidos, el ejemplo más prometedor se encuentra en el estado de Maryland. Allí, dos legisladores demócratas introdujeron el pasado enero de 2023 un proyecto de ley para ofrecer incentivos fiscales a las empresas que aprueben e implementen una semana laboral de 32 horas sin reducción de paga.

En Colombia, el presidente Gustavo Petro tiene entre sus prioridades la reforma laboral, presentada al Congreso el pasado jueves, con la que pretende establecer una semana laboral de 42 horas y ampliar de 9 a 12 horas el horario nocturno. Dicha reforma busca acabar con la precariedad laboral, los contratos temporales y la informalidad.

En Argentina, la conveniencia de la reducción laboral está sobre la mesa desde hace años -solo en 2022 se presentaron cuatro proyectos de ley que esperan su tratamiento en el Parlamento– pero el avance es lento. EFE

Inmovilismo en México, Brasil y Perú

En México, la cuestión no ha generado interés del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien ha centrado su agenda en incrementos al salario mínimo, en la democracia sindical y en prohibir la subcontratación, mientras que el Congreso se ha enfocado en la reforma para duplicar las vacaciones.

En Brasil, la idea no existía en la agenda del presidente conservador Jair Bolsonaro, pero tampoco parece tener de momento peso excesivo en la del progresista Luiz Inácio Lula Da Silva.

En Perú, se estima que entre el 75% y el 80% de los trabajadores son informales, con lo cual no están amparados por ningún tipo de protección legal, y sufren el abuso de los empleadores, que fijan las jornadas.

Los mexicanos trabajan 2.124 horas al año, por encima de Costa Rica (1.913), Rusia (1.874) y Japón (1.598).