El terror y los talibanes

Combatientes talibanes patrullan en Jalalabad, Afganistán, 17 de agosto de 2021.

Te contamos por qué el regreso de los talibanes en Afganistán es un hecho histórico que puede cambiar la dinámica mundial, en las palabras de Fawaz A. Gerges, catedrático de London School of Economics. 

Por Fawaz A. Gerges

LONDRES.- Al retirar apresuradamente las tropas estadounidenses de Afganistán, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha cometido un grave error, o eso es lo que muchos sostienen.

El líder de la minoría del Senado estadounidense, Mitch McConnell, por ejemplo, calificó la rápida toma del país por parte de los talibanes como una “secuela aún peor de la humillante caída de Saigón en 1975”. Esa secuela, predicen altos generales estadounidenses, se caracterizará por el resurgimiento del terrorismo transnacional.

La predicción es directa. Como grupo militante islamista, los talibanes proporcionarán inevitablemente a Al Qaeda -y potencialmente a otros grupos extremistas, como el Estado Islámico (ISIS)- un santuario para reclutar, entrenar y planificar ataques contra Occidente. Para el próximo mes, advierte McConnell, Al Qaeda y los talibanes celebrarán el 20º aniversario de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 “quemando la embajada (de Estados Unidos) en Kabul”.

Los talibanes no son Al Qaeda

Pero esta valoración tiene un fallo: supone que no hay mucha distancia entre los talibanes y Al Qaeda. En realidad, aunque los dos grupos comparten una ideología religiosa y una visión del mundo similares, tienen objetivos diferentes.

Los talibanes pretenden establecer una teocracia, o emirato islámico, en Afganistán, pero no han manifestado ninguna ambición de expandirse más allá de las fronteras de ese país. En cambio, Al Qaeda no tiene identidad nacional ni reconoce fronteras. Es un movimiento sin fronteras, con sucursales en decenas de países de todo el mundo, que busca difundir su ideología cerca y lejos por cualquier medio, incluida la violencia.

También cabe señalar que Al Qaeda es una sombra de lo que fue. Los incesantes ataques de Estados Unidos han degradado sustancialmente su capacidad para organizar grandes ataques contra objetivos occidentales desde Afganistán o Pakistán. Ahora carece de las capacidades operativas necesarias. Mientras tanto, el yihadismo transnacional ha hecho metástasis más allá de Afganistán, en todo Oriente Medio y en África y el sur de Asia.

Se podría replicar que, con el santuario de los talibanes, Al Qaeda podría reconstruirse en Afganistán. Esta posibilidad, y la amenaza de seguridad que supone para Occidente, no debe descartarse. Pero, por ahora, el grupo carece del liderazgo carismático y de los cuadros cualificados que necesitaría para restaurar y revigorizar sus filas. Ni siquiera está claro si Ayman al-Zawahiri, el actual líder de Al Qaeda (que causa divisiones), está vivo.

 

Cerca de 640 ciudadanos afganos, evacuados en un avión de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, desde el Aeropuerto Internacional Hamid Karzai el 15 de agosto de 2021 en Kabul.

No cederán control territorial

Y lo que es más importante, es poco probable que los talibanes permitan a Al Qaeda establecer nuevas bases en el país de forma inmediata. En las conversaciones de febrero pasado con la administración del entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en Doha, prometieron lo mismo, declarando que no permitirían que Al Qaeda u otros militantes operaran en las zonas que controlaban.

No se trataba de un mero apaciguamiento. Los talibanes estaban describiendo un curso de acción que era -y sigue siendo- en su propio interés. Durante el último año, los talibanes han llevado a cabo una “ofensiva de encanto” diplomática, hablando con sus acérrimos enemigos, incluidos los estadounidenses, los rusos y los iraníes. Quieren consolidar su control de Afganistán y obtener el reconocimiento y la legitimidad internacionales.

Acoger a Al Qaeda no contribuiría a estos objetivos. Por el contrario, fue el ataque de Al Qaeda a Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001 lo que envió a los talibanes al exilio en primer lugar. Puede que vuelvan al poder, pero les ha costado 20 años, y no están dispuestos a arriesgar lo que han recuperado.

Esto no quiere decir que no haya nada de qué preocuparse. Aunque la impresionante victoria militar de los talibanes implica disciplina y coherencia, el movimiento no es políticamente monolítico. Más bien, comprende facciones y clanes que compiten entre sí. Por tanto, siempre existe el riesgo de que algunos elementos de los talibanes se unan a Al Qaeda y a otros grupos radicales de Pakistán.

Existe un precedente de esto. A finales de la década de 1990, una mayoría del consejo consultivo talibán (su órgano ejecutivo) votó a favor de expulsar a Al Qaeda y a su entonces líder, Osama bin Laden, de Afganistán, en respuesta a la presión internacional. Sin embargo, el jefe del movimiento, el mulá Omar, decidió permitir que Bin Laden permaneciera, exigiendo únicamente que desistiera de lanzar ataques desde Afganistán. Como el mundo vio claramente el 11 de septiembre, el astuto saudí tomó el pelo a su anfitrión afgano.

Al Qaeda tal vez, ISIS no

Así que, aunque es poco probable que los talibanes reciban a Al Qaeda con los brazos abiertos, el grupo terrorista tiene alguna posibilidad de beneficiarse del regreso de los talibanes al poder. No se puede decir lo mismo del ISIS, al que los talibanes se oponen ferozmente. De hecho, los talibanes han librado una guerra contra el ISIS en las zonas bajo su control, para neutralizar cualquier amenaza potencial a su dominio del país.

El mundo no debe ignorar el riesgo de que Afganistán se convierta en un caldo de cultivo para el terrorismo internacional. Pero tampoco debería estar tan obsesionado con esta perspectiva -menos probable de lo que muchos creen- que descuide la catástrofe humanitaria que se está desarrollando ante nuestros ojos. Las imágenes de afganos desesperados que claman por tomar vuelos para salir de Kabul y las historias de mujeres que son obligadas a abandonar sus trabajos -o algo peor- por los combatientes talibanes dejan demasiado claro que Estados Unidos y sus aliados han abandonado al pueblo de Afganistán, dejándolo a merced del brutal y represivo movimiento.

La “Guerra contra el Terror” de Estados Unidos, que dura 20 años, es el mayor desastre estratégico de la historia moderna del país. Nunca debería haberse librado. Y mientras Estados Unidos ha decidido reducir sus pérdidas, los afganos seguirán pagando un precio cada vez más alto por ello.

    Fawaz A. Gerges

  • Profesor de Relaciones Internacionales en London School of Economics, autor del recién revisado ISIS: Una historia (ISIS: A History), (Princeton University Press, 2021).

© Project Syndicate, 2021.