¿Puede China reemplazar la fuga de capitales de Rusia?

El comercio entre ambos países creció en los últimos años y se proyecta en grande, pero por ahora no es suficiente.

Redacción MOSCÚ

El presidente ruso Vladímir Putin y su canciller Serguei Lavrov han asegurado que el país está preparado para resistir las sanciones económicas aplicadas por los países occidentales por la invasión a Ucrania.

Sin embargo, a juicio de analistas, la pregunta no es si el país está preparado para resistir ahora, sino por cuánto tiempo podrá resistir la economía de Rusia dichas sanciones.

Una alternativa que manejaría Moscú frente a la fuga de capitales provenientes de Occidente es China. «Sin duda, la relación de cooperación entre Rusia y China es energética y militar», le dijo a BBC Mundo Alicia García-Herrero, economista jefe de Asia-Pacífico en el banco de inversión francés Natixis.

Y esta relación se ha afianzado en los últimos años. El comercio entre China y Rusia alcanzó un nuevo máximo de casi $147.000 millones en 2021, alrededor de un 36% más que el año anterior, y representó alrededor del 18% del comercio total de Rusia ese año.

Y durante la visita del presidente Putin a China el mes pasado, los dos países anunciaron que aumentarán su comercio a $250.000 millones para 2024, además de firmar acuerdos comerciales a largo plazo, especialmente en el sector energético.

Mucho, pero insuficiente

Las cifras son impresionantes por sí mismas. De hecho, China es actualmente el mercado más grande para las exportaciones rusas, como petróleo, gas, carbón y productos agrícolas.

Sin embargo, la Unión Europea, como bloque, es de lejos el mayor socio comercial de Rusia. En 2021, el comercio total entre ambos tuvo un valor casi el doble que el comercio de China con Rusia.

Además, China le puede comprar más petróleo a Rusia, pero es mucho más difícil que le compre gas (el otro bien energético clave ruso), en la medida que la mayor parte de las exportaciones se hacen a través de gasoductos que van hacia Europa.

Por otro lado, intentando disminuir la dependencia del sistema financiero occidental, en los últimos años, ambos países han trabajado en desarrollar sus propios sistemas de pago alternativos al SWIFT y reducir el uso del dólar. Pero los avances en ambos casos aún son incipientes.

Es decir, China puede poner todo de su parte para ayudar a su socio, pero en la práctica ese apoyo, por ahora, resultará insuficiente. (DLH)