Las cárceles de Corea del Norte son un infierno

El régimen liderado por Kim Jong-Un endureció los controles a la población y la situación en las cárceles.
El régimen liderado por Kim Jong-Un endureció los controles a la población y la situación en las cárceles.

La fundación Korea Future ha recopilado los testimonios de 785 personas que estuvieron detenidas y sufrieron abusos en ese país.

Redacción LONDRES

Corea del Norte está más aislada del mundo que nunca hoy en día.

El país ha sido gobernado por la familia Kim durante tres generaciones, y sus ciudadanos deben mostrar total devoción por la familia y su actual líder, Kim Jong-un.

Y la pandemia de covid supuso controles aún más estrictos tanto dentro del país como en la frontera. Se impusieron penas de prisión más duras a quienes intentan echar un vistazo al mundo exterior, incluidos los que ven películas o series extranjeras.

Testimonios recogidos por la fundación Korea Future, y reproducidos por la cadena británica BBC, muestran que el patrón de violencia dentro del sistema carcelario de ese país se repite testimonio tras testimonio y prisión tras prisión.

Korea Future, organización sin fines de lucro, identificó a 597 responsables vinculados a 5.181 violaciones de derechos humanos cometidas contra 785 detenidos en 148 centros penitenciarios.

Como ejemplo, hay múltiples denuncias de violación y otras formas de agresión sexual. Las sobrevivientes también dijeron a Korea Future que fueron obligadas a someterse a abortos.

La evidencia fue recopilada y puesta en una base de datos con la esperanza de que algún día los responsables puedan ser llevados ante la justicia.

Aunque está claro que procesar estos casos será difícil, pese a que esta investigación contó con el aporte de expertos de la Corte Penal Internacional. (DLH)

Un infierno en vida

Young-joo es una de las más de 200 personas que contribuyeron con la investigación al relatar su caso. Pasó horas siendo interrogada cuando trató de escapar de Corea del Norte en 2007; pero fue atrapada en China y enviada de regreso.

En prisión, no le permitían moverse hasta por 12 horas al día. Arrastrar mínimamente los pies o susurrarles a sus compañeros de celda podía ser severamente castigado.

Además, tenía acceso limitado al agua y, muchas veces, solo le daban unas pocas hojas de maíz molidas para comer.

«Podías escuchar a otros siendo golpeados debido a que las celdas comparten corredor. Yo estaba en la celda 3 pero podía escuchar las palizas de la celda 10», le contó a la BBC sobre lo que vivió y lo describió como “sentirse más como un animal que un ser humano. (DLH)