Lula da Silva se transforma en un ‘conservador pro-vida’ en la recta final de la campaña

El candidato Lula da Silva recibe una oración de un niño, en Sao Paulo.

El líder del PT se acerca a distintas religiones. Ha rezado, ha cantado y recibido bendiciones. Ahora está en contra del aborto.

Consciente de la influencia y poder de los evangélicos dentro y fuera de la política, Lula ha centrado sus esfuerzos en la recta final de la campaña en intentar arrancar al presidente Jair Bolsonaro la bandera del «Dios y familia».

Para ello, el antiguo sindicalista se ha rodeado en las últimas semanas de frailes franciscanos, monjas, curas y pastores evangélicos; ha besado santos; entonado cánticos religiosos; rezado, y recibido bendiciones para ratificarse como un hombre creyente en Dios y deshacerse de la imagen de «comunista» de la que lo acusan de forma peyorativa sus detractores.

Para apaciguar los ánimos entre los evangélicos, el líder del Partido de los Trabajadores (PT), una formación de centroizquierda de orígenes troskistas, lanzó la semana pasada una carta dirigida a los evangélicos en la que se comprometió con la libertad de culto y con la familia.

«La familia es sagrada», declaró ante un grupo de evangélicos.

Lula fue un paso más allá y reiteró su rechazo personal al aborto, retractándose de unas declaraciones realizadas meses atrás, cuando consideró la interrupción voluntaria del embarazo una «cuestión de salud pública», y que sirvieron de munición para Bolsonaro y sus aliados.

La misiva, sin embargo, fue rechazada en plano por algunos de los más influyentes líderes evangélicos del país, como el polémico pastor Silas Malafaia, quien asegura que Lula cerrará iglesias si vuelve al poder, algo que ha sido desmentido por el exmandatario. (EFE)