Las huellas que Benedicto XVI dejó en sus viajes y en la teología

Imagen de archivo sin fecha que muestra al cardenal de Colonia, Joseph Frings (d), conversando con el joven profesor de Teología Joseph Ratzinger. EFE

Durante su pontificado, Benedicto realizó 24 viajes, dos de ellos fueron a países de América Latina. También será recordado como un gran teólogo.

CIUDAD DEL VATICANO. El papa emérito Benedicto XVI, quien falleció este 31 de diciembre de 2022 a los 95 años, realizó 24 viajes apostólicos fuera de Italia, dos de ellos a Latinoamérica, aunque demostró sus predilección por «las raíces cristianas de Europa», como sus tres visitas a España, y muy lejos de las «periferias» que prefiere Francisco.

Benedicto XVI sucedió en el papado a san Juan Pablo II el 19 de abril de 2005 y se mantuvo al frente del magisterio de la Iglesia católica hasta el 28 de febrero de 2013 cuando se hizo oficial su renuncia al pontificado.

A España viajó en tres ocasiones en sus ocho años de pontificado, una cifra destacable teniendo en cuenta que Juan Pablo II hizo cinco viajes a España en sus 26 años de pontificado, el tercero más largo de la historia de la Iglesia católica.

La primera vez que Benedicto XVI se desplazó a España fue el 8 y 9 de julio de 2006 a Valencia para presidir el V Encuentro Mundial de las Familias, convocado por su antecesor antes de su muerte.

Allí, el papa alemán defendió el matrimonio indisoluble entre hombre y mujer, la familia como pilar fundamental de la sociedad y santuario de vida y la responsabilidad de los padres como primeros educadores y formadores en la fe.

A España, regresó de nuevo los días 6 y 7 de noviembre de 2010 y en aquella ocasión lo hizo como peregrino de la fe con un viaje apostólico que tuvo dos etapas, la primera fue Santiago de Compostela, con motivo del Año Santo Compostelano, y la segunda Barcelona, donde consagró el templo de la Sagrada Familia.

Menos de un año después, del 18 a 21 de agosto de 2011, se trasladó a Madrid donde presidió una multitudinaria XXVI Jornada Mundial de la Junventud (JMJ) que contó con jóvenes procedentes de numerosas partes del mundo, especialmente de Latinoamérica.

Hasta dos millones de peregrinos, según los organizadores y el Vaticano, participaron en aquellos actos que se convirtieron en la mayor concentración católica jamás celebrada en España.

Durante su pontificado también quiso visitar en dos ocasiones Latinoamérica, una cifra menor comparada con la de su antecesor san Juan Pablo II, que realizó 26 viajes.

Benedicto XVI primero fue a Brasil del 9 al 14 de mayo de 2007 para inaugurar la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (CELAM) en el santuario de Aparecida, la patrona del país, y allí trazó las líneas para una nueva Evangelización de América Latina.

Cinco años después fue a México y Cuba, del 23 al 29 de marzo de 2012, dos países en los que defendió la libertad religiosa y un futuro de paz y fraternidad para sus poblaciones.

Precisamente fue tras este viaje cuando el papa Benedicto XVI tomó la decisión de presentar su renuncia menos de un año después, según explicó en 2013 el entonces director del diario vaticano «L’Osservatore Romano», Gian María Vían.

Benedicto XVI visitó los cinco continentes en menos de una década aunque principalmente sus viajes apostólicos fueron a Europa.

El primero de todos ellos fue a Colonia, en Alemania, del 18 al 21 de agosto de 2005, con motivo de la XX Jornada Mundial de la Juventud, y después siguieron otros a Polonia, Turquía y de nuevo a Alemania, en 2006, Austria en 2007, Francia (2008), República Checa (2009) Malta, Portugal, Chipre y Reino Unido (2010), Croacia y Alemania (2011).

Fuera de los confines europeos, visitó Sydney (Australia), con motivo de la XXIII Jornada Mundial de la Juventud, del 12 al 21 de julio de 2008, a Estados Unidos se desplazó en abril de 2008, un año después realizó una peregrinación a Tierra Santa (8-15 de mayo de 2009), y a África fue en 2009, a Camerún y Angola, y en 2011 a Benin.
Su último desplazamiento como pontífice fuera de Italia fue a Líbano, en septiembre de 2012.

Un teólogo poco popular

Más allá de sus viajes, Joseph Ratzinger, cuya capilla ardiente se abrirá el próximo 2 de enero de 2023 y el funeral se celebrará el 5 de enero, pasará a la historia con una doble consideración entre sus fieles, la de un papa de inalcanzable altura intelectual pero poco popular en los tiempos que corren.

Deja como legado una inconmensurable colección de escritos, reflexiones teológicas y hasta éxitos editoriales, como en los que ahondó en la figura histórica de Jesús de Nazaret.

Entre sus libros destaca la trilogía en la que abordó la vida de Cristo a modo de ensayo, desmarcándose de los típicos textos del ministerio petrino: ‘Jesús de Nazaret‘ (2007), ‘Jesús de Nazaret: Desde la entrada en Jerusalén hasta la Resurrección‘ (2011) y ‘La infancia de Jesús‘ (2012).

En estos súperventas, varias veces reeditados, resaltó que Cristo fue una realidad y no un mito, un hombre «real», de carne y hueso, que murió y resucitó.

Y apuntó que Dios no es madre, corrigiendo así al pontífice Juan Pablo I, quien en 1978 sostuvo que el Creador era «padre y madre».

Exoneró también a los judíos de ser los culpables de que Jesús fuera condenado a muerte, como ya hiciera el concilio Vaticano II, en el que él participó como experto, al sostener que fueron algunos judíos y no el pueblo de Israel quienes pidieron su ejecución al procurador Pilatos.

El último libro de la trilogía es una mirada a la infancia de Jesús, nacido en una época «perfectamente datable y a un lugar geográfico perfectamente indicado» gracias al testimonio preciso de San Lucas: en el año 15 del imperio de Tiberio César.

Su nacimiento virginal «no es un mito, sino una verdad» y lo hizo en la pobreza de un pesebre en el que, a pesar de la tradición iconográfica, no había buey ni asno ya que en el Evangelio «no se habla de animales», lo que suscitó gran revuelo entonces.

Ratzinger defendió el pasaje de la Adoración de los Reyes Magos, cuyo origen sitúa en Tartessos, la actual Andalucía occidental, no en Oriente, pero subrayó que, en cualquier caso, sea cierto o no, no afecta a ningún aspecto esencial de la fe.

Estos súper ventas fueron solo una parte de la bibliografía de un papa que redactó tres encíclicas: ‘Deus caritas est’ (2005); ‘Spe salvi’ (2007), ‘Caritas in veritate’ (2009) y dejó encaminada la primera de Francisco, ‘Lumen Fidei’ (2013), las tres últimas sobre la esperanza, la caridad y la fe, las virtudes teologales.

En una de sus cuatro exhortaciones puso el acento en una de las regiones en las que el Catolicismo crece en mayor medida, África, y entre otras cuestiones, como la paz, aludió al sida para exigir una respuesta médica a un problema que, reiteró, también es ético.

Cuenta con trece ‘motu proprio’ y centenares de discursos como papa, algunos tan sonados como el que pronunció en la Universidad de Ratisbona y en el que acudió a las palabras del emperador bizantino Manuel II, que tildaba de «malo e inhumano» el legado de Mahoma y la difusión de la fe con la espada.

Unas palabras que suscitaron enérgicas críticas y tensiones con el mundo islámico, si bien Benedicto XVI a la postre precisó que no se trataba de su posición personal sino de una referencia histórica y reconoció que comprendía la indignación.

El último libro publicado sorprendió a todos y estuvo escrito a cuatro manos ya cuando estaba enfermo mediante cartas enviadas al matemático ateo Piergiorgio Odifreddi y algunos de sus encuentos en el que se reflexiona sobre ‘Fe y Ciencia‘, uno de los temas preferidos de Benedicto XVI . EFE