Fin de la hiperinflación no alivia la vida en Venezuela

Los ciudadanos se quejan de que sus sueldos son en bolívares y las mercancías se compran en dólares.
Los ciudadanos se quejan de que sus sueldos son en bolívares y las mercancías se compran en dólares.

El triunfalismo del gobierno ante la baja en el nivel de aumento de precios contrasta con la realidad del venezolano común para quien el dinero no alcanza.

Redacción CARACAS

Venezuela salió del ciclo hiperinflacionario tras cuatro años, una noticia que el Gobierno y sus seguidores celebran junto con los nuevos negocios que proliferan en todo el país.

Pero los ciudadanos se quejan de que no perciben el cambio en los precios del mercado ni en sus devaluados salarios. Tanto o más que en años anteriores, los ciudadanos siguen padeciendo los aumentos indiscriminados de precios, pues, si bien en diciembre se registró un 7,6% de inflación, acumulando 12 meses continuos por debajo del 50 %, «la hiperinflación deja huellas».

Economista Ronald Balza Guanipa, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), considera que el fin oficial de la hiperinflación «no significa que salimos del problema; hay muchos que no van a salir nunca porque ya no están entre nosotros. Entonces, es bueno no simplificar, (…) mucho de lo que se destruyó en el camino es irrecuperable», destacó Balza en entrevista a Efe.

El sentir ciudadano

La opinión de Balza tiene eco en el clamor de los ciudadanos que aseguran que en el país «no alcanza» el dinero, pues los precios son «exorbitantes» y «todo está dolarizado totalmente». Los sueldos se cobran en bolívares, la depauperada moneda local, pero casi todo se paga en dólares, tal y como subraya el obrero caraqueño Orlando Bolaños.

«El Gobierno central que se ocupe de las necesidades del pueblo, que estamos pasando trabajo. Usted ve gente todavía en los botaderos de basura recogiendo comida porque sus sueldos no alcanzan para comprar alimentos (…) Vean por el pueblo porque de un bono la gente no vive. Págame un buen sueldo y yo veo que hago con mi plata», cuestionó este trabajador.

Una queja similar es la de Estelina García, una trabajadora doméstica que gana 10 dólares por cada vivienda que limpia y cuyo sueldo alcanza para comprar pollo, azúcar y algo de papas o arroz. «Yo trabajo limpiando y me gano 10 dólares. Con 10 dólares no compro sino tres cositas. Todo está caro (…) Imagínate, un pollo sale en 7 dólares, te ganas 10 dólares y compras un azúcar con 1 dólar y medio porque ahorita nosotros somos gringos, no venezolanos», relató. (EFE)