La depresión posparto también es cosa de hombres

Algunas veces, la adaptación al rol de padre resulta más difícil de lo esperado.
Algunas veces, la adaptación al rol de padre resulta más difícil de lo esperado.

En el caso de los padres, este fenómeno suele aparecer entre el tercero y sexto mes luego del nacimiento del bebé.

MADRID. La depresión posparto es frecuente entre las mujeres, pero en muchos casos también puede afectar al sexo masculino. En el caso de las féminas puede aparecer en los 3 primeros meses tras el parto y se traduce en que la madre se encuentra triste, desesperanzada, sin motivación ni energía para nada, incluyendo cuidar del bebé, con llanto frecuente y, en ocasiones, presenta ideas obsesivas acerca de no cuidar bien a su hijo o, incluso tiene miedo de hacerle daño.

“Este cuadro suele ser moderado o grave, y requiere de atención médica. No hay que confundirlo con el llamado ‘blues post-partum’, que es leve, aparece en las 48-72 horas tras el parto y se resuelve espontáneamente”, precisa en una entrevista con Infosalus el doctor Guillermo Lahera Forteza, secretario de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica (SEPB), y profesor titular de Psiquiatría en la Universidad de Alcalá.

Sobre sus causas indica que la depresión posparto se identifica con un fenómeno biopsicosocial: “Esto quiere decir que, sin duda, hay factores biológicos involucrados, especialmente la caída de progesterona al final del embarazo, y también hay una susceptibilidad genética y una asociación con enfermedades del embarazo y posparto como la anemia, el déficit de vitamina D, la diabetes o la eclampsia (hipertensión arterial)”.

Pero también advierte de que hay factores psicosociales muy importantes, como la historia previa de episodios de depresión o de ansiedad, o los antecedentes de experiencias traumáticas. “Curiosamente, los antecedentes de síndrome premenstrual (cambios bruscos de ánimo antes de los días de la regla) es el factor predictor más robusto de depresión posparto. Además, la depresión posparto se da más, por ejemplo, en embarazos no deseados, o cuando la madre tiene poco o nulo apoyo social o familiar en la difícil tarea de la crianza”, agrega el doctor Lahera.

La depresión posparto en el hombre

En el caso del hombre, el psiquiatra subraya que sí está descrita la depresión posparto, y de hecho reconoce que en los últimos años está despertando mucho interés.

“Evidentemente tiene menos influencia de los cambios hormonales, y se basa fundamentalmente en el esfuerzo adaptativo que supone esta etapa vital. En general, la paternidad tiene un efecto positivo y protector a largo plazo de la salud (mental y en general) de los varones. Sin embargo, a veces la paternidad es compleja y demandante y supone un reto para los recursos psicológicos del paciente pudiendo desarrollar ansiedad o depresión”, explica el especialista.

Según indica, algunos factores predictivos de depresión posparto en el hombre son comunes a la mujer: bajos ingresos económicos, síntomas depresivos antes del parto, y escaso apoyo social. “Pero hay factores específicos, en concreto, la depresión en la pareja. Otros son el tabaquismo, la baja satisfacción con la pareja, especialmente un sentimiento de exclusión del vínculo madre-hijo, y en general una vivencia de incongruencia entre sus expectativas o fantasías de la paternidad y la realidad. Es un tema importante porque la salud mental de los progenitores y cuidadores principales tiene un impacto esencial sobre el desarrollo mental de los niños”, sostiene el miembro de la SEPB.

En concreto, el doctor cita que las tasas de incidencia de depresión posparto materna oscilan entre 10-30 %, con mayor aparición en los primeros tres meses; mientras que las cifras de depresión paterna se estiman alrededor del 10%, con tasas más altas entre el tercero y el sexto mes posparto. “Pero si la madre tiene depresión posparto, el riesgo de que el padre la tenga también se sitúa entre el 25 y 50%”, avisa el experto.

Eso sí, el doctor Guillermo Lahera Forteza avisa de que no podemos afirmar que la depresión posparto paterna esté aumentando, sino que se está detectando más últimamente.

Por otro lado, indica que la psicopatología es sensible a los cambios sociales y no es descartable que los cambios en el rol paterno en la crianza puedan suponer nuevos retos adaptativos para algunos hombres.

“Habrá hombres que se adapten más fácilmente que otros a este nuevo papel, que a menudo es satisfactorio y enriquecedor. Pero para otros supondrá un estrés desafiante. Lo que sí sabemos es que las mujeres con depresión posparto son más proclives a pedir ayuda que los hombres. Estos consideran que su malestar es señal de debilidad y tratan de combatirlo con consumo de tóxicos o decisiones impulsivas, lo que puede empeorar la situación. Por eso es bueno divulgar este fenómeno y facilitar que reciban un correcto diagnóstico y tratamiento”, considera.

Síntomas en el hombre

En este contexto, el psiquiatra detalla que los principales síntomas de la depresión posparto en el hombre son similares a los que presenta la mujer en estos casos, a los que se sumarían en algunos casos la agresividad, el abuso de sustancias, el comportamiento de riesgo, la violencia de pareja y la infidelidad.

“La depresión posparto paterna puede afectar a la capacidad de ambos padres para vincularse con su bebé. Por ejemplo, puede no detectarse y generar un grave conflicto de pareja que impacte negativamente en los procesos de lactancia materna y apego. Varios estudios científicos han mostrado que los padres con síntomas depresivos en las primeras 6 semanas del período posparto experimentaron un deterioro del vínculo con su hijo a los 6 meses. Por eso es importante detectarlo y tratarlo pronto”, remarca el profesor titular de Psiquiatría en la Universidad de Alcalá.

En estos casos, resalta que el tratamiento no varía en exceso del de la depresión en general, debe ser individualizado, integral, y de acuerdo a las guías internacionales de práctica clínica. Puntualiza que los tres componentes fundamentales son: el tratamiento farmacológico (si lo requiere), la psicoterapia, y la psicoeducación.

“Antes de nada, una buena relación terapéutica y una alta adherencia al tratamiento (es decir, que el paciente se adhiera o esté de acuerdo con las recomendaciones del médico) aumentarán las probabilidades de éxito. También hay que resaltar la importancia de un buen diagnóstico, dado que muchas depresiones van mal porque no son depresiones, o no solo son depresiones. El diagnóstico y tratamiento de la comorbilidad, es decir, de la existencia de enfermedades asociadas, también es fundamental”, remarca el secretario de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica. (EUROPAPRESS)