La política del odio

En el país se ha instaurado la política del odio. Ya no hay adversarios si no enemigos que deben ser aniquilados. Este odio ha contribuido a que la ciudadanía tenga muy mala percepción o pierda confianza en las instituciones más representativas del Estado.

Los mismos cimientos de la democracia están en entredicho cuando se pierde la fe en la justicia.

Parecería que en Ecuador hay una justicia selectiva que persigue objetivos y casos fácilmente identificables, mientras que se despreocupa de otros que tal vez son más incómodos para el poder de turno.

Se preocupan y quieren encarcelar a la prefecta Paola Pabón por el chisme de que quiere pedir asilo en México, mientras que algunos corruptos sí huyeron y con maletas llenas de millones de dólares, en avioneta a Perú, mientras aún hay culpables de corrupción por el reparto de hospitales que siguen libres y campantes, o prófugos.

Nos dicen que la justicia es independiente y que hay pruebas para todos los casos que han montado, mientras que un agente confiesa haber sido presionado para culpar a Correa del secuestro de Fernando Balda.

Todo esto solo aumenta las suspicacias de la población de que cada gobierno que se vaya será perseguido por el siguiente, con o sin pruebas, pues los objetivos son políticos y hay que lograrlos a como dé lugar.

Vivimos un espiral de odio y rencores que no le hace bien al país, que además de lidiar con la crisis sociale y económica que vivimos, debe también aguantar intereses políticos mezquinos que estancan al país. Es evidente que quien manda está más preocupado de las elecciones del 2021 que de como sacar adelante al Ecuador.

Mientras la humanidad está preocupada de encontrar la vacuna contra el coronavirus o intenta planificar la llegada del hombre a Marte; en Ecuador seguimos esperando la llegada de los candidatos a la 6 de diciembre y Bosmediano, donde queda el CNE.

El país es rehén de una realidad política digna de principios de siglo, donde todos y todas somos directa o indirectamente víctimas de la política de odio.