Tormenta perfecta

Se conoce con este nombre a la acumulación de males que golpean a un país, como es el caso de Ecuador donde la pandemia de coronavirus, corrupción, crisis económica, mediocridad de políticos y otros factores adversos configuran escenario de angustia, retraso, pesimismo.

Si el panorama se presenta tan deprimente, optimistas apuestan que, algún día, se saldrá de la crisis con lecciones que no se olvidarán, mientras tanto lo recomendable es no dejarse vencer por la depresión, ya que, como decían en la antigüedad, todo pasa, para lo cual deben efectuarse planificaciones y acciones que posibiliten salir del estancamiento.

En la Unión Europea, los 27 mandatarios que la representan alcanzaron un acuerdo por el que, para superar los estragos del coronavirus, han constituido, en la Cumbre de Bruselas, un fondo de 750 mil millones de euros, lo que demuestra previsión inteligente, imprescindible, digna de imitación.

Refiriéndose a Latinoamérica y el Caribe, Alexandre Meira da Rosa, vicepresidente del Banco Interamericano de Desarrollo, afirmó que, en la región, todavía no se conoce el impacto social de la pandemia y que la recuperación será lenta. Por su parte, Antonio Guterres, secretario general de la ONU, pidió a los países desarrollados mayor apoyo para América Latina, epicentro de la crisis.

Sin recursos suficientes para poder afrontar la pandemia, el asunto es por demás complejo, por ello se insiste en que la colaboración internacional debe ser real, amplia, no solamente simbólica, a la vez que la capacidad de los líderes tiene que ofrecer soluciones creativas, con mayor razón si se ha revelado que, en Ecuador, país petrolero, más de un millón 100 mil personas, por su pobreza, no pueden adquirir jabón o detergente.