Lo mataron en su propia cama

DETALLES. El asesinato se registró en la calle M del sector El Caserío.
DETALLES. El asesinato se registró en la calle M del sector El Caserío.
SUCESO. El traslado del cadáver se realizó casi dos horas después de su hallazgo.
SUCESO. El traslado del cadáver se realizó casi dos horas después de su hallazgo.
PRESENCIA. Los curiosos llegaron hasta la zona de la tragedia y se mostraron consternados.
PRESENCIA. Los curiosos llegaron hasta la zona de la tragedia y se mostraron consternados.
FAMILIA. Un hermano de la víctima llegó hasta la vivienda donde ocurrió la desgracia para identificarlo.
FAMILIA. Un hermano de la víctima llegó hasta la vivienda donde ocurrió la desgracia para identificarlo.
LUGAR. En un colchón quedaron las huellas de sangre del horrendo crimen.
LUGAR. En un colchón quedaron las huellas de sangre del horrendo crimen.

Redacción QUEVEDO

Eran las 06:30 de ayer cuando las detonaciones de un arma de fuego alertaron a los moradores de la calle M del sector El Caserío, ubicado en la cooperativa Gustavo Campi, al sur de la parroquia San Camilo.

Nadie sabía exactamente qué era lo pasaba por lo que aún con sus pijamas de dormir salieron a la calle para averiguar lo que estaba ocurriendo. El hecho era un completo misterio. Pero la intuición les decía que se trataba de un nuevo asesinato.

Tras caminar por una zona montosa, descubrieron que los impactos de bala habían salido de la casa de uno de vecinos. Al ingresar a la propiedad quedaron horrorizados. Lo hallaron muerto en medio de un carcho de sangre, sobre su colchón.

Era ‘Borrego’, un hombre quien hace un par de meses había llegado a vivir en la zona y quien a pesar de su juventud era un poco esquivo, por lo que nadie sabía su verdadero nombre.

Carlos Z., quien ingresó a la casa, detalló que lo encontró acostado. “Estaba vestido con una ropa deportiva, igual que como lucía hasta las 05:00 de hoy cuando estuvo reunidos con algunos amigos en el sector”.Dijo ver sus piernas cruzadas, lo que le daba a entender que fue sorprendido en un profundo sueño por su asesino; sin embargo, nadie sabía los motivos por los cuales acabaron con su vida.

Desesperados ante el hallazgo, los curiosos salieron de la vivienda y llamaron de inmediato al 911. Al llegar la Policía, ni una sola alma fue encontrada. Nadie quería comprometerse.

Cerca de las 08:00, los curiosos empezaron nuevamente a llegar pero solo miraban de lejos. Comentaban bajito sobre lo ocurrido pero no se atrevía a hacer ningún tipo de comentarios.

Más de dos horas duró el procedimiento legal para poder sacar el cadáver de la vivienda y colocarlo en una ambulancia forense. Estaba listo para ser llevado directo hasta la morgue de la ciudad. Hasta ese momento ninguno de sus familiares aparecieron. Nadie lo lloró.

Reconocido

Cuando al fin, parecía que la paz retornaba al lugar y algunos agentes policiales empezaban a abandonar la zona, un hombre de contextura delgada con ropa y gafas oscuras irrumpió. Se veía nervioso, asustado. Se tocaba la cara, caminaba desesperado y al poco tiempo se decidió ir hasta donde había un grupo de policías. Allí se identificó como medio hermano del fallecido.

Era Leonardo Pantaleón, un despachador de buses, que había recibido la terrible noticia y no lo podía creer. “No se metía con nadie”, dijo mientras trataba de asimilar el suceso. Sus nervios ni siquiera le permitieron recordar los nombres de su propio hermano pero sabía que era él porque los agentes se lo mostraron en fotografías.

Los uniformados, de inmediato le permitieron el ingreso a la vivienda. Allí se tomó unos 15 minutos en recibir y aportar con la información necesaria que ayudara esclarecer el caso. Luego salió. Una multitud de personas, que para entonces se habían apostado fuera de la vivienda, lo miraban fijamente. Querían saber más de lo que ocurría.

Consternado, ante el hecho, dijo que su hermano recién pasaba por la muerte de su tío Milton Dueños, (presidente del Club ‘Ciudad de Quevedo’, quien la noche del pasado domingo fue asesinado en las calles Brasil, entre avenida Juan Montalvo y México, al norte de la parroquia urbana San Camilo, en Quevedo.

Esta coincidencia llamó la atención de la Policía por lo que se investigaba hasta la tarde de ayer algún tipo de relación entre los dos asesinatos violentos.

La jefa de la Dirección Nacional de Delitos contra la Vida y Muertes Violentas (Dinased), Diana Estrada, explicó que el hombre recibió seis impactos de bala en su cabeza.

Lo identificó como Jackson Javier Miranda Aspiazu, un sujeto que constaba en los registro policiales con antecedentes penales y quien había sido buscado por la justicia por un delito de robo. “Tenía boleta de captura”, dijo.

Fue clara al decir que no se conocían los motivos reales que pudiera haber motivado el asesinato; sin embargo, se analizaban unas cámaras de seguridad privada que existen en el sector.

En la zona donde se registró el hecho, el hermetismo era total. En los casi 20 años de creación, nunca habían vivido una experiencia similar por lo que se mostraron consternados y asombrados pero no pidieron seguridad.

La víctima, según sus familiares se dedicaba al comercio ambulante y no estaba casado. Había llegado a alquilar la casa donde fue asesinado por lo que nadie sabía si allí convivía con alguna persona. Ahora esperan que se investigue su caso.