Por la salud y la vida

EDGAR QUIÑONES SEVILLA

Si de algo debe estar seguro un ser humano, es que va a morirse algún día y generalmente soportará alguna enfermedad. Para evitar que los racionales partan muy pronto al más allá, se han creado los hospitales y otras casas de cura, a fin de proveer de atención especializada a toda la población de manera gratuita. Mas, el sistema no ha funcionado como era de esperarse, porque algunos médicos no han asumido su responsabilidad como corresponde.

Una gran parte de los galenos suele acoger sus obligaciones como manda el juramento de Hipócrates, prodigando a los pacientes cuidado inmediato para calmar sus dolencias, aplicando los medicamentos que aconseja la técnica y derivando -cuando es aconsejable- al centro de atención pertinente, como disponen la Ley y reglamentos del Ministerio de Salud. Lamentablemente una minoría, carente del espíritu de “salvador de vidas”, ha creído que sus derechos tienen que prevalecer sobre el de los enfermos y en vez de actuar como sus colegas comprometidos con los humanos, lo hacen pensando únicamente en sus privilegios, gozar de prebendas laborales y allá que el paciente se las arregle como pueda.

Diariamente los medios de comunicación relatan estos hechos y no falta algún reportero que culpa al sistema general de estos desvíos, cuando la verdad es otra. El asunto, al parecer, no es nuevo. Un conocido ciudadano nos narraba que hace tres décadas acompañó a un familiar que se hallaba delicado de salud a un hospital en Quito y pese a su estado deplorable no obtenía que lo ingresen, hasta cuando casualmente un amigo lo contactó con el director del establecimiento, quien en conocimiento de la realidad ordenó internar inmediatamente al paciente.

Sin embargo, el médico tratante se negó rotundamente a ello, obligando al familiar a expresarse duramente contra esa postura indolente del profesional, que a regañadientes procedió a cumplir la orden superior. El enfermo fue examinado y se comprobó que padecía de cáncer, enfermedad que lo llevó a la tumba antes de transcurrir un año.

Hechos como el aludido se siguen repitiendo aquí y en todo el país, debido a que todavía ingresan a estudiar Medicina personas que carecen de amor al prójimo, no están preparados para brindar alivio a quien lo requiere y escogieron equivocados su profesión. Las negativas para brindar atención médica se multiplican en todos los centros de salud del Ecuador. El Estado ecuatoriano hace largo tiempo que cuida la salud de sus habitantes. La inversión que se hace en defensa de los pobladores es elevada. Justo es que quienes se hallan encargados de velar por la suerte de sus hermanos enfermos se identifiquen con los menos favorecidos de la sociedad.