Biblioteca: ‘Palabras sueltas’, por Héctor Abad Faciolince

Por Oswaldo Paz y Miño J.
Los lectores pasamos la vida entre palabras. Las palabras tienen vida propia y en cada texto son distintas. La primera palabra siempre es también la última. No hay palabras sin ritmo. Las palabras son, para lectores y escritores, parte del círculo de la vida.

Las palabras superan soledades, son compañeras en todas las ausencias, las prisiones, las disidencias, los conflictos y las pasiones. Las palabras son dones, voces, lenguas reconocidas, aprendidas o perdidas, agotadas o censuradas. Las palabras simples, sueltas o atadas pueden ser armas, provocar guerras y hacer de la paz magia.

Nos interesan todas y las leemos una a una. Así, agotamos con ellas el día a día, los minutos, los segundos, los adioses, los amores, la existencia. Entre palabras nacemos, entre palabras morimos.

Existen palabras claves, palabras perdidas y sagradas. Cada ser tiene un ‘vocabulario personal’, que puede ir de lo básico a lo complejo, a lo vasto, a lo claro o a lo oscuro, al interior o al exterior, al amigo, al enemigo, al amor y al desamor, al creyente y al profano, al neófito, al iniciado, al vulgar, al refinado, al culto, al ignorante, al bueno, al malo. Las palabras se avienen a todos, son parte de todo y, como consecuencia, de la nada.

Entre columnas están los palabristas: los que hacen arte de la palabra, los que saben usarlas de forma esplendida, justa, regular y perfecta. Les dan sentido y figura. Contagian con sus palabras a otros y, con ellas, crean conocimiento. Uno de estos escritores es Héctor Abad Faciolince, colombiano de literatura universal, del que hemos escogido un delicioso libro: ‘Palabras sueltas’. El texto compila una larga cantidad de definiciones, de la A hasta la Z, de las que hemos seleccionado algunas:

Animal: “En cambio no deja de ser bastante hipócrita gritar contra los toros mientras devoramos sin pensar, casi inocentes, un jugoso y rojizo bistec de solomito”.

Celibato: “Ha habido príncipes de la Iglesia (uno de los más célebres es el cardenal Danieloux) muertos por infarto en un burdel”.

Insomnio: “La casa está en silencio. Pero no: en el fondo se oye la más exasperante ostentación de sueño: un prójimo que ronca. Uno aprieta los párpados y recupera por completo la penumbra de la vista”.

Insulto: “Es un rápido estallido de rabia. El primer efecto de la ira es que nos envenena la lengua. Las culturas ricas en insultos me dan buena impresión. Han aprendido que en el lenguaje es posible descargar buena parte de una agresividad que sería más grave convertir en hechos”.

Nacionalismo: “En tiempos difíciles (de derrotas, de persecuciones, de violencia) se tiende a mitigar el desasosiego con una compensación imaginaria: nuestra cultura, nuestros valores, nuestro pueblo, son el non plus ultra”.

Ateo: “No solo es posible sino altamente recomendable poder disponer de una ética que no esté basada en ningún absoluto”.

‘Palabras sueltas’, publicado con el sello de Seix Barral, está disponible a precio surrealista en Librería Bibliothek.

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FRASES

Cada ser tiene un ‘vocabulario personal’, que puede ir de lo básico a lo complejo”. Oswaldo Paz y Miño J.

Las palabras son, además, baratas. Las palabras son de todos”. Fernando Aramburu, escritor español.

Perfil
Héctor Abad Faciolince

°Nació en Medellín, Colombia. Ha publicado ‘Angosta’ (Seix Barral, 2004), ‘Asuntos de un Hidalgo disoluto’ (1994), ‘Fragmentos del amor furtivo’ (1998) y ‘Basura’ (2000), con la que obtuvo el Primer Premio de Narrativa Innovadora de la Casa de América de Madrid. Su novela de no ficción ‘El olvido que seremos’, sobre la vida y asesinato de su padre, Héctor Abad Gómez, recibió el premio Casa de América Latina de Portugal y el Premio Wola-Duke en Derechos Humanos. Su obra ha sido traducida al inglés, italiano, alemán, portugués y griego.