Una pesadilla sin fin

La Asamblea Nacional, por su naturaleza, es reflejo de lo que somos los ecuatorianos como sociedad. Sin embargo, la hipocresía política no permite que nos pongamos un espejo delante. El populismo es una pesadilla sin fin. Esta es la ‘piedra de tropiezo’ que nos perjudica a todos. La “autodepuración” de la bancada parlamentaria, si no se profundiza y se extiende a métodos y procederes, será otro de nuestros “saludos a la bandera”.

Por lo que se ve, se constata que la corrupción en Ecuador es algo cultural, arraigada en nuestras formas habituales de comportamiento. Una enfermedad endémica en nuestra sociedad que nos aqueja como práctica cotidiana en la política, el manejo del Estado e incluso en la iniciativa privada. Hay que dejar de lado la idea de que, ante los fines que se persiguen, cualquier medio que se emplee es el adecuado.

Queremos cambios para mejorar, pero enconamos sentimientos negativos y no civismo. Necesitamos un camino al cambio que comporte la renuncia a las ventajas fáciles y a los triunfos mediante la imposición. Con aún leve sacudida de las curules (sospechosamente mediática) es probable que se abra otro oscuro capítulo de una sórdida historia disimulada año tras años por una gruesa capa de silencio y complicidad.

Es (y fue siempre) una diabólica estrategia política. Hay que ir a la raíz de cuanto hoy nos agobia como sociedad democrática y de valores republicanos. Se necesita de una “revolución parlamentaria”, ajena a partidos e ideologías, para que haya allí un mejor espíritu y buenas energías que propicien un cambio oportuno y saludable.

«Los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”.

George Santayana
Filósofo y escritor español
(1863-1952)

«Nunca es tarde para no hacer nada”.

Jacques Prévert
Poeta, autor teatral y guionista francés (1900-1977)