Sorbetes y plásticos quedan fuera del aula

Decisión. Con una orden que prohíbe plásticos de un solo se busca evitar que actividades educativas provoquen contaminación.
Decisión. Con una orden que prohíbe plásticos de un solo se busca evitar que actividades educativas provoquen contaminación.

Se emplean una sola vez, pero pueden afectar por siglos al ambiente. Así es el plástico de un solo uso que se encuentra en numerosas actividades cotidianas, incluso en las de educación en escuelas y colegios del país.

Así lo confirman estadísticas oficiales y recientes medidas del Ministerio de Educación: la evaluación de los programas de alimentación escolar en escuelas y colegios públicos, que puntualiza que cada año se desechan mil 380 toneladas de plástico.

A esto se suma una normativa emitida la semana anterior por el Ministerio, de obligatorio cumplimiento para los establecimientos educativos donde diariamente con sus cuatro millones de estudiantes, 180 mil profesores y 30 mil empleados administrativos.

“Todo este ejército de personas deberán trabajar en un proceso de uso adecuado de plásticos, su disposición adecuada y su disposición final. Con esto incentivamos que los estudiantes generen esta conciencia ambiental en sus aprendizajes”, comenta la Viceministra de Gestión Educativa Mónica Reinoso.

Se trata del Acuerdo Ministerial 97 publicado el 9 de octubre anterior mediante ordena que “no podrán solicitar en la lista de útiles, y para cualquier actividad escolar que se desarrolle durante el año lectivo, materiales plásticos de un solo uso, desechables no reciclables, y altamente contaminantes que generen un impacto nocivo al ambiente”.

En esta prohibición constan sorbetes, envases o tarrinas plásticas, bolsas plásticas no biodegradables, bastoncillo con algodón (cotonetes) (favor ver recuadro).

Estos materiales quedan prohibidos en los bares escolares, en tareas escolares y en el antesmencionado programa de educación escolar. En su reemplazo, el Acuerdo pide que se usen “materiales alternativos” y además que los establecimientos organicen sus propias campañas y programas de sensibilización, capacitación, comunicación y sobre todo reciclaje y reutilización.

En la práctica, los establecimientos y la propia comunidad educativa esperarían para las próximas semanas sociabilizar o conocer de manera práctica cómo este Acuerdo (.pdf) desarrollado en cuatro capítulos, 13 artículos, dos disposiciones generales y dos transitorias.

Según Fausto Méndez vicerrector del Don Bosco, uno de los Unidades Educativas particulares más grandes de norte de Quito con sus más 2.500 estudiantes, la norma se suma a los esfuerzos de reciclaje que ya realiza la propia institución con conductores plásticos y de cobre, lubricantes y metales que hasta hace 10 años botaban a las carreras de tecnologías eléctrica, industrial y electrónica.

Para el estudiante de 16 años, Giovanni Benítez, “mientras la ciencia y la tecnología desarrollen una alternativa al plástico aquí colaboramos poniendo en un solo lugar los envases y botellas. Casi todos lo hacen, solo hay pocos incumplimientos”. (JCE)

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