Nuevos rumbos

Espero no cansar a los lectores con mis artículos que últimamente versan casi exclusivamente sobre el drama causados por los eventos sísmicos desastrosos que devastaron en Esmeraldas, sobre todo al cantón Muisne.


La ‘isla del desencanto’ donde vivía el 90% de la población de la cabecera cantonal antes de los terremotos, ahora se encuentra casi desierta sobre todo durante las noches. En esas horas, a los pocos que nos resistimos a abandonar nuestros hogares nos sobrecoge el silencio de sus calles desoladas.

Los pocos pobladores que dejan los albergues durante el día vuelven en masa por las noches a los refugios. La mayoría ha perdido sus casas y otros las tienen casi inutilizadas. Hay la esperanza de conseguir el cupo para nuevas edificaciones y la ayuda para atender las reparaciones. Ojalá se cumpla con el ofrecimiento.


Con maquinaria pesada se están haciendo trabajos intensivos en una ladera cercana de la ribera continental, en donde se supone se construirá el Nuevo Muisne con todos los servicios de infraestructura urbanística básica. No conozco hasta el momento de ninguna información oficial al respecto.

La isla está totalmente dejada de lado. Sus calles acumulan basura. Los escombros persisten en su sitio. ¿No será posible que el Ministro del Ambiente encargado de la reconstrucción de Muisne, disponga la tarea de mejorar la imagen de la isla, evacuando la basura, limpiando la playa, entregando el servicio de agua dulce suficiente, demoliendo las casas inutilizadas y evacuando los escombros? En las urbes manabitas adelantan de manera rápida estas tareas.


Acá no se reactiva ninguna economía. El edificio del ‘Palacio’ municipal sigue cerrado. Lo está desde hace varios meses. El llamado ‘burgomaestre’, brilla por su ausencia. En las ciudades manabitas los alcaldes coadyuvan de manera efectiva a organizar la reconstrucción de sus poblaciones.


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