Ciudadanos expresan su preocupación ante la sensación de inseguridad.
En las calles de Quevedo, una tranquilidad inusual se apodera de la ciudad al caer la noche. Máximo a las 9:30 de la noche, las vías, que durante el día están llenas de actividad, se vuelven desiertas, con apenas unos pocos vehículos transitando esporádicamente.
Este fenómeno, lejos de ser casualidad, refleja un preocupante patrón que está afectando la vida cotidiana de sus habitantes.
Miedo
Los ciudadanos expresan su preocupación ante la creciente sensación de inseguridad que acecha tanto el día como la noche en Quevedo. El temor a ser víctimas de secuestros extorsivos y robos ha llevado a muchos a permanecer en sus hogares apenas empieza a oscurecer, evitando salir a altas horas de la noche, si ya por situaciones importantes deben salir lo hacen con miedo a enfrentarse a estas situaciones.
Incluso los populares locales de comida, que solían ser puntos de encuentro nocturno para familias y amigos, ahora lucen desolados. Sus mesas vacías y la poca afluencia de clientes son un testimonio evidente de la disminución de la actividad nocturna en la ciudad. Los propietarios, que antes veían sus establecimientos llenos hasta altas horas de la noche, ahora luchan por mantenerse a flote debido a las bajas ventas.
Durante los días de semana en Quevedo, el panorama nocturno se asemeja, de manera sorprendente, a los días de cuarentena de la pandemia, cuando las calles estaban desiertas y la vida cotidiana se detuvo por varios meses.
La ausencia de personas en las calles de Quevedo durante la noche no solo representa un impacto en la economía local, sino que también genera una pérdida significativa de calidad de vida de sus habitantes.
Muchos ciudadanos anhelan el regreso de días en los que puedan salir sin temor a perder sus pertenencias o, incluso sus vidas.
Quevedo solía ser conocido por su vitalidad y su actividad nocturna, pero ahora enfrenta un desafío que pone en peligro su esencia. (MB)