Las 17 puñaladas no acabaron con su vida

Las 17 puñaladas no acabaron con su vida
AYUDA. Rosa Álvarez pide una casita para vivir dignamente con sus tres nietas, porque en la que habita es prestada.

Babahoyo • En la ciudadela Puertas Negras vive una mujer que le cambió la vida por completo, después de ocurrirle un hecho atroz que no cualquier ser humano logra sobrevivir, ni superar.

En una casita de caña, sin luz y sin agua, hecha por sus vecinos, en un terreno prestado, habita Rosa Álvarez Salvador, con sus tres nietas, la mayor de 13 años, la segunda de 11 con discapacidad (sordo-muda) y la tercera de solo 3 añitos.

Y es que ella es oriunda del cantón El Triunfo, perteneciente a la provincia del Guayas. Hace cuatro años habita en Babahoyo, debido a que ella tuvo que huir de su ciudad natal, por el hecho de que unos maleantes quisieron acabar con su vida, propinándole 17 puñaladas y golpes por todo su cuerpo.

Relata que trabajaba en una bananera. Cuando ella salió del lugar, dos tipos en moto gritaron ¡ahí va, alcánzala! Se le abalanzaron encima, y procedieron a darle cuchillazos por todo su cuerpo. Tales individuos le habrían preguntado donde estaba su yerno. Según cuenta, este andaba en malos pasos.

Recuerda que con pocas fuerzas llegó donde sus vecinas, quienes la llevaron hasta el hospital donde ‘renació’ de nuevo.

Después de recuperarse, decidió irse a vivir con su hija a la capital fluminense, con sus dos nietas y la que en ese entonces estaba por nacer.

Luego su hija se enamoró de otra persona, por lo que procedió a dejarla sola con las 3 criaturas, por lo que se quedaron en la calle. Pero sus vecinos le ‘prestaron’ un solar prestado y con cañas le hicieron una casita.

Los vecinos comentan que apenas la vieron en el desamparo, y con una historia que parte el alma; decidieron llevarle comida. A veces le dan unos cuantos dólares, porque las autoridades no se han hecho presente, alega Selma Beseke, vecina de doña Rosa.

En la actualidad no puede trabajar. La mayor parte de su cuerpo quedó afectado como: el pulmón, brazos y otras más. Sin embargo, trata de lavar ropa por paga, para alimentar a sus nietas, porque el bono de 50 dólares que cobra, no les alcanza.

Su nieta de 13 años es la única que estudia, pero para poder hacerlo, debe ir a la casa de sus vecinos para que le presten un celular e Internet.

Las niñas necesitan ropa y alimentos. La segunda nació con una discapacidad, pero no recibe ayuda por parte de alguna entidad, por lo que pide al Gobierno y a personas de buen corazón, que la ayuden. (CCV)

EL DATO
Vive con sus tres nietas menores de edad, una de ellas tiene discapacidad.

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