El juego era parte del velatorio en algunas comunidades andinas

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PRÁCTICA. ‘El Cinco’ es el juego practicado durante los ritos funerarios y que permite al alma encontrar sosiego.

Antiguamente, algunas nacionalidades realizaban el ritual de ‘El Cinco’, algo que el alma del difunto exige para su descanso.

Para las comunidades indígenas y campesinas de los Andes ecuatorianos, la muerte va más allá de un concepto meramente biológico que explica el fin de la vida. Es así que, comprende aspectos más complejos, que se tejen a partir de las ‘exigencias’ del alma que quedó ‘vagabunda’ y en ‘pena’ tras la extinción de su cuerpo, y de la cadena de ‘complacencias’ que se generan para ayudarla a encontrar su camino y lograr su tranquilo descanso.

Se trata de significados que se articulan en un conjunto de ritos y ceremonias particulares para cada pueblo, pero con sentido compartido: la vida después de la muerte.

En el sur de Ecuador, en Azuay, se encuentra la parroquia de Sinincay, ahí es posible evidenciar la tradición asociada con la muerte, denominada por sus pobladores como ‘El Cinco’, un ritual que permite al alma hallar sosiego.

Un solo objetivo

Los historiadores Miguel Ángel Novillo y Elsa Sinchi escribieron sobre ‘El Cinco’ en la revista Patrimonio Cultural Inmaterial. Las referencias más tempranas sobre esta práctica están en las crónicas de Pablo José de Arriaga (jesuita) y de Martín de Muruá (mercedario), que hacen referencia a un juego llamado ‘Pisca’, ‘Pishca’ o ‘Pichka’ (término kichwa para cinco) y a las actividades que se derivaban a partir de este.

Describen que es una práctica que se desarrollaba durante los funerales en los Andes ecuatorianos y peruanos en tiempos prehispánicos. Arriaga narra el uso de palillos con rayas y un tablero para jugar mientras se velaba al muerto. En tanto que Muruá explica que el juego se lo hacía con un dado hecho de hueso. Pero ambas versiones coinciden que el objetivo era llegar al quinto día para lavar la ropa del difunto.

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HERRAMIENTA. Estos son los dados que se usaban en el juego. En algunas comunidades aún se lo ve.

Elementos que se mantienen 

Al parecer, ‘El Cinco’ es una variante del juego del ‘Huayru’ y guarda similitud con la ‘Pishka’.

En la actualidad, la vigencia de esta práctica ha disminuido. Sin embargo, en las comunidades indígenas campesinas se conservan algunos elementos que han sido transmitidos de generación en generación.

Por ejemplo, la importancia de las actividades lúdicas en el ritual, la creencia de que el alma exige el rito para su descanso tranquilo, el lavado de las prendas de vestir como símbolo de purificación, la repartición de las pertenencias, la participación familiar y colectiva y la designación de roles, entre otras diligencias. Así, la muerte de alguien es una oportunidad para que la comunidad active su memoria. Los mayores o personas con experiencia orientan, explican y enseñan cuáles son los requisitos y cómo es la modalidad a seguir.

Menos días

Si bien ‘El Cinco’ se efectuaba en los cinco días siguientes a la muerte de una persona, en la actualidad son tres los días que se destinan a su realización. Esto por la ‘conservación’ del cadáver y al acceso al trabajo formal que han tenido de manera creciente los miembros de la comunidad. Pero se mantiene el nombre.

La posición económica y social también influye en el número de días de la ceremonia. Si se trataba de una persona adinerada y reconocida, el rito cumplía los cinco días, y si no lo era el entierro se hacía incluso la misma fecha del deceso. (DLH)

MATERIAL. Existe una amplia gama para la fabricación de los dados. El más usado es el hueso, adicional a esto se encuentran de madera, piedra y más.
MATERIAL. Existe una amplia gama para la fabricación de los dados. El más usado es el hueso, adicional a esto se encuentran de madera, piedra y más.

Antecedentes

‘El Cinco’ es producto del desarrollo de una serie de actividades, y de la ejecución de estas dependerá el destino que les depare el juego de las bajaras a los participantes. La dinámica es constante durante las noches y es el principal distractor de las horas en vela. Participan solo los hombres, mientras que las mujeres se dedican a conversar.

En los dos primeros días de velación, los vecinos y los allegados a la familia del difunto acompañan a los dolientes y llegan, por lo general, con alimentos (cuyes, gallinas, papas, mote, entre otros) y bebidas (gaseosas y aguardiente). La mayoría de los productos son preparados durante el funeral.

El licor también es un elemento fundamental en la velación, pues mantiene despierta a la gente durante la jornada de vigilia, aunque también se encuentra a algún dormido por efectos de la bebida.

‘Recogiendo los pasos’

Hoy en día, al tercer día se entierra al difunto, los asistentes se reúnen en su vivienda, hombres y mujeres se sientan alrededor de una mesa y juegan al burro con las barajas. Los perdedores limpian todos los rincones de la vivienda. Abren ventanas y puertas.

Con ruda (planta), incienso y flores hacen una limpia por todos los lugares donde frecuentaba el difunto, para conseguir que descanse en paz, caso contrario, hay la creencia de que el alma retorna a la casa y se queda a penar en su morada y los familiares escuchan ruidos, golpes y pasos.

Con otra partida de barajas se designan a los cargadores o burros y a los recaudadores. Los burros -conjuntamente con los familiares- recogen la ropa, las sábanas y demás prendas del muerto. Antes las llevaban a lavar en el río, actividad que la efectuaban las mujeres para que todo quede bien limpio y así no causar descontento a el ‘almita’.

La ropa ya seca y limpia es repartida entre los allegados. Por su parte, los recaudadores se encargan de recoger una colaboración económica voluntaria para ser entregada a los dolientes.

Modificaciones

° ‘El Cinco’ es una practica variable por efectos propios del intercambio cultural y la migración.

° El lavado de la ropa del difunto se la hace ahora en casa, porque los ríos cercanos están contaminados.

° Esta práctica tiene un sentido purificador. Se despoja las malas energías que pudieron haberse quedado en el difunto.