María Rosa Zury
El surgimiento de grupos radicales de derecha en varios países del mundo no es algo nuevo, lo que sorprende es el apoyo que están adquiriendo estas fuerzas antiestablishment. Hace unos meses, apareció en nuestro país una coalición de ultraderecha conformada por “El Otro Ecuador” y “Quiteños libres”. Esto sucede en un contexto de desencanto del sistema democrático actual, la falta de confianza y baja satisfacción con el funcionamiento de sus instituciones.
Aprovechándose de la crisis económica y social que vive el país, y la incapacidad del Estado en resolverla, estos grupos posicionan su visión a partir del populismo penal y promueven prácticas como el uso de armas, el cierre de fronteras, la xenofobia, la misoginia y la violación de los derechos humanos. La nueva ultraderecha también se apoya en congregaciones evangélicas para vehicular la idea del peligro que corren los valores familiares y sembrar miedo en la población. Estos grupos posicionan su visión a partir del populismo penal y promueven prácticas como el uso de armas, el cierre de fronteras, la xenofobia, la misoginia y la violación de los derechos humanos.
Este surgimiento extremista no debe pasarse por alto. Su falta de tolerancia, el irrespeto a los derechos de otros o su respaldo a la violencia, transmiten mensajes populistas que buscan beneficiarse de una sociedad dividida y en crisis. Por eso, la responsabilidad de de frenar su acceso al poder recae en los ciudadanos y en los partidos políticos. Los primeros, tenemos el trabajo de informarnos más, de identificar estos movimientos autoritarios y rechazarlos en las urnas.
Los segundos, tienen el deber de aislar estas fuerzas extremistas. Dejar de lado sus intereses por el poder y emplear mecanismos de cribado que logren derrotarlas por completo, aunque ello implique aunar fuerzas con sus adversarios políticos. Coaliciones de este tipo son una verdadera amenaza para la democracia de nuestro país, sistema que ha perdido apoyo pero persiste como el único que vela por nuestras diferencias, derechos y libertades individuales.