Mota de polvo

El hombre oscila entre la queja y la soberbia. Considera castigo injusto las catástrofes y enfermedades. De sus males culpa a los otros, se rebela contra Dios o lo niega. El ser humano lo que necesita es un baño de humildad.

El astrónomo Carl Sagan, al contemplar una foto de la tierra tomada por los astronautas a miles de kilómetros distancia, en la que aparece como un grano, señala que somos un escenario muy pequeño en el universo, una mota de polvo en la que sucede todo: guerras, héroes, pestes, crímenes, reyes, vasallos, dolores, infamias e injusticias, pero concluye que la tierra es “el único lugar que siempre hemos conocido”, el único donde tenemos que quedarnos.

A la tierra no le va a llegar ayuda alguna. Tenemos que buscar la verdad –si existe- y vivir con la realidad, que es tan cambiante. Lo dicen la ciencia, que ha cambiado al mundo y al hombre, y el corazón. La mayoría admite que existen leyes naturales, científicas y humanas: la gravedad, haz el bien y evita el mal, lo que ofende a un hombre ofende a toda la humanidad. Hay intelectuales que sostienen que el hombre es fruto del acaso, resultado de una explosión y luego de la evolución, y que tiene derecho a la libertad y la justicia, lo cual es contradictorio para quien no cree en nada ordenado o una inteligencia externa.

En esta pequeña ‘mota de polvo’ suceden cosas extraordinarias: el arte, la poesía, la fe, el amor, la solidaridad, la nostalgia. Tenemos cinco sentidos para experimentar cosas bellas y placenteras, y tenemos diferencias superficiales que solo sirven para distanciarnos: apellidos, géneros, razas, religiones.

W. Goethe receta para una felicidad completa: “Toda persona debería diariamente escuchar un poco de música delicada, leer un poco de buena poesía y ver una pintura de bella factura”. Añadiría: ciencia e investigación. Conclusión: educación y formación integrales.