Basta de lamentaciones…

José Benigno Carrión M.

Muchas cuartillas se han escrito relacionadas con el Parlamento Nacional. No cabe duda se trata de un trabajo sacrificado cuando se lo cumple con honradez y pulcritud recomendables… Sin embargo, no pocos retornan con deseos de continuar en un verdadero piponazgo legislativo. El parlamento tiene, aunque usted no lo crea, mucho de circo. Allí no faltan los equilibristas, los trapecistas, los voladores, los domadores de fieras. Sin descartar los payasos que también tienen su espacio… No dejan de tener su atractivo los jugosos emolumentos que se perciben y que engordan notablemente sus chequeras. Por eso aquellas dignidades son tan apetecidas. Todo depende como se actúe. Aquello nos hace pensar que nuestro pueblo debe meditar dos veces cuando deposita su voto en las urnas por tal o cual candidato ya que está decidiendo la suerte de su provincia o del país. Por eso la necesidad imperiosa de que se seleccionen a los mejores ciudadanos, aquellos que han dado pruebas inequívocas de capacidad, honradez, pulcritud en todos sus actos públicos y privados. Las elecciones de legisladores no son simples renovaciones en el parlamento nacional, allí se debe llevar a personas sobre todo con calidad moral y ética para que no vayan a venderse por el bíblico plato de lentejas. De otra manera iremos de tumbo en tumbo al abismo sin poder encontrar el éxito que, muchas veces, con palabra vacua e insustancial, se ha ofrecido. Las elecciones deciden, en buena parte, la suerte de los pueblos. Hay que proceder con rectitud y ponderación, hay que aprovechar la experiencia que hemos recibido de contiendas anteriores, y ponerlas en práctica, de otra manera seguiremos lamentando nuestros errores que nos hacen vislumbrar un futuro incierto y de diagnóstico reservado. (O)

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