Reformas electorales para 2021

Daniel González Pérez

La Función Legislativa hace pocos días aprobó las reformas electorales, que en este momento esperan ser ratificadas por el presidente de la República o en su defecto sean objetadas parcial o totalmente, para convertirse en ley y aplicarse para el proceso electoral de 2021.

La reforma electoral si bien trata temas importantes como, por ejemplo: la paridad, mayor control del gasto electoral, eliminación de las juntas intermedias de escrutinio y mejorar el procedimiento contencioso electoral; a la vez hay que tener presente que existe contradicciones y débil redacción en la misma, pues contradice porcentajes en el caso de la paridad de género, en ciertos casos disminución de derechos, más requisitos para inscripción de candidaturas, un registro electoral pasivo que puede ser inconstitucional, entre otros temas que deberán revisarse con el veto presidencial, para evitar posteriormente demandas de inconstitucionalidad que interfieran la aplicación de las mismas.

Lamentablemente las reformas electorales que hemos tenido como país, han sido experimentos que ya los hemos vivido y dependiendo del momento político han sido adecuados para ese tiempo; no hemos ejercido una reforma integral de manera responsable, que independientemente de quien este en el poder, no legisle para el momento, sino que se lo haga en razón de fortalecer la democracia y el sistema electoral; ya que las listas cerradas ya lo aplicamos en las elecciones de 1979, los métodos de adjudicación de escaños han sido empleados los mismos a lo largo de la historia, por lo que caemos en un círculo vicioso del cual cada vez nos decepcionamos más.

Toda reforma electoral debemos prever elementos técnicos, económicos, legales y de aplicación principios y valores que permita buscar una integridad electoral, eso ayudará a todos los sectores que se involucran en un proceso electoral, pues este no es únicamente el ejercicio de ir a sufragar, representa muchos más aspectos, sin dejar de lado la democracia directa y la democracia comunitaria. (O)

[email protected]

Daniel González Pérez

La Función Legislativa hace pocos días aprobó las reformas electorales, que en este momento esperan ser ratificadas por el presidente de la República o en su defecto sean objetadas parcial o totalmente, para convertirse en ley y aplicarse para el proceso electoral de 2021.

La reforma electoral si bien trata temas importantes como, por ejemplo: la paridad, mayor control del gasto electoral, eliminación de las juntas intermedias de escrutinio y mejorar el procedimiento contencioso electoral; a la vez hay que tener presente que existe contradicciones y débil redacción en la misma, pues contradice porcentajes en el caso de la paridad de género, en ciertos casos disminución de derechos, más requisitos para inscripción de candidaturas, un registro electoral pasivo que puede ser inconstitucional, entre otros temas que deberán revisarse con el veto presidencial, para evitar posteriormente demandas de inconstitucionalidad que interfieran la aplicación de las mismas.

Lamentablemente las reformas electorales que hemos tenido como país, han sido experimentos que ya los hemos vivido y dependiendo del momento político han sido adecuados para ese tiempo; no hemos ejercido una reforma integral de manera responsable, que independientemente de quien este en el poder, no legisle para el momento, sino que se lo haga en razón de fortalecer la democracia y el sistema electoral; ya que las listas cerradas ya lo aplicamos en las elecciones de 1979, los métodos de adjudicación de escaños han sido empleados los mismos a lo largo de la historia, por lo que caemos en un círculo vicioso del cual cada vez nos decepcionamos más.

Toda reforma electoral debemos prever elementos técnicos, económicos, legales y de aplicación principios y valores que permita buscar una integridad electoral, eso ayudará a todos los sectores que se involucran en un proceso electoral, pues este no es únicamente el ejercicio de ir a sufragar, representa muchos más aspectos, sin dejar de lado la democracia directa y la democracia comunitaria. (O)

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Daniel González Pérez

La Función Legislativa hace pocos días aprobó las reformas electorales, que en este momento esperan ser ratificadas por el presidente de la República o en su defecto sean objetadas parcial o totalmente, para convertirse en ley y aplicarse para el proceso electoral de 2021.

La reforma electoral si bien trata temas importantes como, por ejemplo: la paridad, mayor control del gasto electoral, eliminación de las juntas intermedias de escrutinio y mejorar el procedimiento contencioso electoral; a la vez hay que tener presente que existe contradicciones y débil redacción en la misma, pues contradice porcentajes en el caso de la paridad de género, en ciertos casos disminución de derechos, más requisitos para inscripción de candidaturas, un registro electoral pasivo que puede ser inconstitucional, entre otros temas que deberán revisarse con el veto presidencial, para evitar posteriormente demandas de inconstitucionalidad que interfieran la aplicación de las mismas.

Lamentablemente las reformas electorales que hemos tenido como país, han sido experimentos que ya los hemos vivido y dependiendo del momento político han sido adecuados para ese tiempo; no hemos ejercido una reforma integral de manera responsable, que independientemente de quien este en el poder, no legisle para el momento, sino que se lo haga en razón de fortalecer la democracia y el sistema electoral; ya que las listas cerradas ya lo aplicamos en las elecciones de 1979, los métodos de adjudicación de escaños han sido empleados los mismos a lo largo de la historia, por lo que caemos en un círculo vicioso del cual cada vez nos decepcionamos más.

Toda reforma electoral debemos prever elementos técnicos, económicos, legales y de aplicación principios y valores que permita buscar una integridad electoral, eso ayudará a todos los sectores que se involucran en un proceso electoral, pues este no es únicamente el ejercicio de ir a sufragar, representa muchos más aspectos, sin dejar de lado la democracia directa y la democracia comunitaria. (O)

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La Función Legislativa hace pocos días aprobó las reformas electorales, que en este momento esperan ser ratificadas por el presidente de la República o en su defecto sean objetadas parcial o totalmente, para convertirse en ley y aplicarse para el proceso electoral de 2021.

La reforma electoral si bien trata temas importantes como, por ejemplo: la paridad, mayor control del gasto electoral, eliminación de las juntas intermedias de escrutinio y mejorar el procedimiento contencioso electoral; a la vez hay que tener presente que existe contradicciones y débil redacción en la misma, pues contradice porcentajes en el caso de la paridad de género, en ciertos casos disminución de derechos, más requisitos para inscripción de candidaturas, un registro electoral pasivo que puede ser inconstitucional, entre otros temas que deberán revisarse con el veto presidencial, para evitar posteriormente demandas de inconstitucionalidad que interfieran la aplicación de las mismas.

Lamentablemente las reformas electorales que hemos tenido como país, han sido experimentos que ya los hemos vivido y dependiendo del momento político han sido adecuados para ese tiempo; no hemos ejercido una reforma integral de manera responsable, que independientemente de quien este en el poder, no legisle para el momento, sino que se lo haga en razón de fortalecer la democracia y el sistema electoral; ya que las listas cerradas ya lo aplicamos en las elecciones de 1979, los métodos de adjudicación de escaños han sido empleados los mismos a lo largo de la historia, por lo que caemos en un círculo vicioso del cual cada vez nos decepcionamos más.

Toda reforma electoral debemos prever elementos técnicos, económicos, legales y de aplicación principios y valores que permita buscar una integridad electoral, eso ayudará a todos los sectores que se involucran en un proceso electoral, pues este no es únicamente el ejercicio de ir a sufragar, representa muchos más aspectos, sin dejar de lado la democracia directa y la democracia comunitaria. (O)

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