Democracia planetaria

Gustavo Ortiz Hidalgo

El derrumbe del “socialismo real” y los fracasos de sus remedos (socialismos del siglo XXI) dejaron una lección a la humanidad: el carácter planetario de la democracia como sistema político; es decir, no es posible satisfacer las necesidades de la población, sin que prevalezcan en la sociedad los principios de libertad, equidad, igualdad, pluralismo, solidaridad, supremacía constitucional y participación popular.

La democracia se consolida dentro de un régimen constitucional y con el equilibrio de lo que constituyen sus pilares: libertad, mercado, Estado y ambiente. En este contexto, se deben establecer relaciones económicas solidarias, que posibiliten una distribución equitativa de la riqueza, el mejoramiento general de las condiciones de vida de la población y la erradicación de la pobreza.

La democracia no reniega de una intervención eficiente del Estado en la sociedad. A través del consenso o la coerción, la acción estatal tiene que defender el interés común, garantizar la seguridad ciudadana y promover el desarrollo sustentable; para cuyo propósito el Estado debe cumplir con dos requisitos esenciales: a) Que su acción sea subsidiaria e intervenga solo en aquellos ámbitos en los que la iniciativa de la sociedad civil no sea suficiente para conseguir un objetivo determinado, y, b) Que no esté secuestrado por ningún grupo oligárquico, sea de tipo empresarial, sindical, étnico o religioso.

Los pronunciamientos ideológicos y las propuestas políticas para enfrentar los problemas propios de las sociedades en constante desarrollo, si no se sustentan en la democracia y en el necesario equilibrio de sus pilares, resultan consignas hueras, fofas, demagógicas, repudiables y repugnantes; pues, son entresacadas, o mal recicladas, del basurero irreversible de la historia. (O)

[email protected]

Gustavo Ortiz Hidalgo

El derrumbe del “socialismo real” y los fracasos de sus remedos (socialismos del siglo XXI) dejaron una lección a la humanidad: el carácter planetario de la democracia como sistema político; es decir, no es posible satisfacer las necesidades de la población, sin que prevalezcan en la sociedad los principios de libertad, equidad, igualdad, pluralismo, solidaridad, supremacía constitucional y participación popular.

La democracia se consolida dentro de un régimen constitucional y con el equilibrio de lo que constituyen sus pilares: libertad, mercado, Estado y ambiente. En este contexto, se deben establecer relaciones económicas solidarias, que posibiliten una distribución equitativa de la riqueza, el mejoramiento general de las condiciones de vida de la población y la erradicación de la pobreza.

La democracia no reniega de una intervención eficiente del Estado en la sociedad. A través del consenso o la coerción, la acción estatal tiene que defender el interés común, garantizar la seguridad ciudadana y promover el desarrollo sustentable; para cuyo propósito el Estado debe cumplir con dos requisitos esenciales: a) Que su acción sea subsidiaria e intervenga solo en aquellos ámbitos en los que la iniciativa de la sociedad civil no sea suficiente para conseguir un objetivo determinado, y, b) Que no esté secuestrado por ningún grupo oligárquico, sea de tipo empresarial, sindical, étnico o religioso.

Los pronunciamientos ideológicos y las propuestas políticas para enfrentar los problemas propios de las sociedades en constante desarrollo, si no se sustentan en la democracia y en el necesario equilibrio de sus pilares, resultan consignas hueras, fofas, demagógicas, repudiables y repugnantes; pues, son entresacadas, o mal recicladas, del basurero irreversible de la historia. (O)

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El derrumbe del “socialismo real” y los fracasos de sus remedos (socialismos del siglo XXI) dejaron una lección a la humanidad: el carácter planetario de la democracia como sistema político; es decir, no es posible satisfacer las necesidades de la población, sin que prevalezcan en la sociedad los principios de libertad, equidad, igualdad, pluralismo, solidaridad, supremacía constitucional y participación popular.

La democracia se consolida dentro de un régimen constitucional y con el equilibrio de lo que constituyen sus pilares: libertad, mercado, Estado y ambiente. En este contexto, se deben establecer relaciones económicas solidarias, que posibiliten una distribución equitativa de la riqueza, el mejoramiento general de las condiciones de vida de la población y la erradicación de la pobreza.

La democracia no reniega de una intervención eficiente del Estado en la sociedad. A través del consenso o la coerción, la acción estatal tiene que defender el interés común, garantizar la seguridad ciudadana y promover el desarrollo sustentable; para cuyo propósito el Estado debe cumplir con dos requisitos esenciales: a) Que su acción sea subsidiaria e intervenga solo en aquellos ámbitos en los que la iniciativa de la sociedad civil no sea suficiente para conseguir un objetivo determinado, y, b) Que no esté secuestrado por ningún grupo oligárquico, sea de tipo empresarial, sindical, étnico o religioso.

Los pronunciamientos ideológicos y las propuestas políticas para enfrentar los problemas propios de las sociedades en constante desarrollo, si no se sustentan en la democracia y en el necesario equilibrio de sus pilares, resultan consignas hueras, fofas, demagógicas, repudiables y repugnantes; pues, son entresacadas, o mal recicladas, del basurero irreversible de la historia. (O)

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El derrumbe del “socialismo real” y los fracasos de sus remedos (socialismos del siglo XXI) dejaron una lección a la humanidad: el carácter planetario de la democracia como sistema político; es decir, no es posible satisfacer las necesidades de la población, sin que prevalezcan en la sociedad los principios de libertad, equidad, igualdad, pluralismo, solidaridad, supremacía constitucional y participación popular.

La democracia se consolida dentro de un régimen constitucional y con el equilibrio de lo que constituyen sus pilares: libertad, mercado, Estado y ambiente. En este contexto, se deben establecer relaciones económicas solidarias, que posibiliten una distribución equitativa de la riqueza, el mejoramiento general de las condiciones de vida de la población y la erradicación de la pobreza.

La democracia no reniega de una intervención eficiente del Estado en la sociedad. A través del consenso o la coerción, la acción estatal tiene que defender el interés común, garantizar la seguridad ciudadana y promover el desarrollo sustentable; para cuyo propósito el Estado debe cumplir con dos requisitos esenciales: a) Que su acción sea subsidiaria e intervenga solo en aquellos ámbitos en los que la iniciativa de la sociedad civil no sea suficiente para conseguir un objetivo determinado, y, b) Que no esté secuestrado por ningún grupo oligárquico, sea de tipo empresarial, sindical, étnico o religioso.

Los pronunciamientos ideológicos y las propuestas políticas para enfrentar los problemas propios de las sociedades en constante desarrollo, si no se sustentan en la democracia y en el necesario equilibrio de sus pilares, resultan consignas hueras, fofas, demagógicas, repudiables y repugnantes; pues, son entresacadas, o mal recicladas, del basurero irreversible de la historia. (O)

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