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Talía Guerrero Aguirre

La “tercera edad” suele describirse como una etapa en los seres humanos para reflexionar y de oportunidades para hacer cosas que dejamos postergadas mientras criábamos a los hijos. Lamentablemente el proceso de envejecimiento no es siempre tan idílico como se lo pinta; puesto que el mismo hecho de envejecer muchas de las veces trae consigo acontecimientos con trastornos de orden físico o emocional, que suelen complicarnos la posibilidad de disfrutar de una vida tranquila. Uno de estos sucesos que nos toma por desapercibidos, y que nos asusta porque se presenta con síntomas molestosos, como índices más altos de insomnio, pérdida de memoria y los tiempos de reacción se prolongan más de lo normal entre otros; lo que obviamente nos limita más, puesto que aumenta los riesgos asociados en ciertas tareas que cumplimos y que requieren una atención completa, como cocinar o conducir etc., incluyendo sentimientos profundos de tristeza, ansiedad, soldad, ira o frustración, que no podemos controlar fácilmente.

Se trata nada más y nada menos que de la depresión que se dice afecta a un 20% de la población mundial y que en las personas mayores, nos afecta también y si no me equivoco haciéndonos menos dóciles a los cambios de estilo de vida, más fragilidad en nuestra autoestima y complicando la convivencia con nuestro entorno familiar o laboral; la sugerencia por favor busque ayuda del especialista. Y mientras tanto les dejo unos ejercicios para practicar:

-Para la lengua, hable desde el corazón y no desde la boca.

-Para la cabeza, tenga pensamientos constructivos.

-Para el rostro, sonría constantemente a los demás.

-Para la respiración, inhale lo bueno y exhale lo malo.

-Para los oídos hable menos y escuche más.

-Para los ojos, mire la infinita belleza en la bondad humana.

-Para el corazón, sea mejor y busque siempre el bien.

-Para la fuerza, levántese cada vez que haya caído.

-Para los pies, camine en busca de más conocimiento. (O)

[email protected]

Talía Guerrero Aguirre

La “tercera edad” suele describirse como una etapa en los seres humanos para reflexionar y de oportunidades para hacer cosas que dejamos postergadas mientras criábamos a los hijos. Lamentablemente el proceso de envejecimiento no es siempre tan idílico como se lo pinta; puesto que el mismo hecho de envejecer muchas de las veces trae consigo acontecimientos con trastornos de orden físico o emocional, que suelen complicarnos la posibilidad de disfrutar de una vida tranquila. Uno de estos sucesos que nos toma por desapercibidos, y que nos asusta porque se presenta con síntomas molestosos, como índices más altos de insomnio, pérdida de memoria y los tiempos de reacción se prolongan más de lo normal entre otros; lo que obviamente nos limita más, puesto que aumenta los riesgos asociados en ciertas tareas que cumplimos y que requieren una atención completa, como cocinar o conducir etc., incluyendo sentimientos profundos de tristeza, ansiedad, soldad, ira o frustración, que no podemos controlar fácilmente.

Se trata nada más y nada menos que de la depresión que se dice afecta a un 20% de la población mundial y que en las personas mayores, nos afecta también y si no me equivoco haciéndonos menos dóciles a los cambios de estilo de vida, más fragilidad en nuestra autoestima y complicando la convivencia con nuestro entorno familiar o laboral; la sugerencia por favor busque ayuda del especialista. Y mientras tanto les dejo unos ejercicios para practicar:

-Para la lengua, hable desde el corazón y no desde la boca.

-Para la cabeza, tenga pensamientos constructivos.

-Para el rostro, sonría constantemente a los demás.

-Para la respiración, inhale lo bueno y exhale lo malo.

-Para los oídos hable menos y escuche más.

-Para los ojos, mire la infinita belleza en la bondad humana.

-Para el corazón, sea mejor y busque siempre el bien.

-Para la fuerza, levántese cada vez que haya caído.

-Para los pies, camine en busca de más conocimiento. (O)

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Talía Guerrero Aguirre

La “tercera edad” suele describirse como una etapa en los seres humanos para reflexionar y de oportunidades para hacer cosas que dejamos postergadas mientras criábamos a los hijos. Lamentablemente el proceso de envejecimiento no es siempre tan idílico como se lo pinta; puesto que el mismo hecho de envejecer muchas de las veces trae consigo acontecimientos con trastornos de orden físico o emocional, que suelen complicarnos la posibilidad de disfrutar de una vida tranquila. Uno de estos sucesos que nos toma por desapercibidos, y que nos asusta porque se presenta con síntomas molestosos, como índices más altos de insomnio, pérdida de memoria y los tiempos de reacción se prolongan más de lo normal entre otros; lo que obviamente nos limita más, puesto que aumenta los riesgos asociados en ciertas tareas que cumplimos y que requieren una atención completa, como cocinar o conducir etc., incluyendo sentimientos profundos de tristeza, ansiedad, soldad, ira o frustración, que no podemos controlar fácilmente.

Se trata nada más y nada menos que de la depresión que se dice afecta a un 20% de la población mundial y que en las personas mayores, nos afecta también y si no me equivoco haciéndonos menos dóciles a los cambios de estilo de vida, más fragilidad en nuestra autoestima y complicando la convivencia con nuestro entorno familiar o laboral; la sugerencia por favor busque ayuda del especialista. Y mientras tanto les dejo unos ejercicios para practicar:

-Para la lengua, hable desde el corazón y no desde la boca.

-Para la cabeza, tenga pensamientos constructivos.

-Para el rostro, sonría constantemente a los demás.

-Para la respiración, inhale lo bueno y exhale lo malo.

-Para los oídos hable menos y escuche más.

-Para los ojos, mire la infinita belleza en la bondad humana.

-Para el corazón, sea mejor y busque siempre el bien.

-Para la fuerza, levántese cada vez que haya caído.

-Para los pies, camine en busca de más conocimiento. (O)

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Talía Guerrero Aguirre

La “tercera edad” suele describirse como una etapa en los seres humanos para reflexionar y de oportunidades para hacer cosas que dejamos postergadas mientras criábamos a los hijos. Lamentablemente el proceso de envejecimiento no es siempre tan idílico como se lo pinta; puesto que el mismo hecho de envejecer muchas de las veces trae consigo acontecimientos con trastornos de orden físico o emocional, que suelen complicarnos la posibilidad de disfrutar de una vida tranquila. Uno de estos sucesos que nos toma por desapercibidos, y que nos asusta porque se presenta con síntomas molestosos, como índices más altos de insomnio, pérdida de memoria y los tiempos de reacción se prolongan más de lo normal entre otros; lo que obviamente nos limita más, puesto que aumenta los riesgos asociados en ciertas tareas que cumplimos y que requieren una atención completa, como cocinar o conducir etc., incluyendo sentimientos profundos de tristeza, ansiedad, soldad, ira o frustración, que no podemos controlar fácilmente.

Se trata nada más y nada menos que de la depresión que se dice afecta a un 20% de la población mundial y que en las personas mayores, nos afecta también y si no me equivoco haciéndonos menos dóciles a los cambios de estilo de vida, más fragilidad en nuestra autoestima y complicando la convivencia con nuestro entorno familiar o laboral; la sugerencia por favor busque ayuda del especialista. Y mientras tanto les dejo unos ejercicios para practicar:

-Para la lengua, hable desde el corazón y no desde la boca.

-Para la cabeza, tenga pensamientos constructivos.

-Para el rostro, sonría constantemente a los demás.

-Para la respiración, inhale lo bueno y exhale lo malo.

-Para los oídos hable menos y escuche más.

-Para los ojos, mire la infinita belleza en la bondad humana.

-Para el corazón, sea mejor y busque siempre el bien.

-Para la fuerza, levántese cada vez que haya caído.

-Para los pies, camine en busca de más conocimiento. (O)

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