Carreteras de libertad

Gabriel U. García T.

Para Loja, sus carreteras, siempre han sido un problema. En 1820, el alcalde, don Pío de Valdivieso, tuvo un grave inconveniente por el mal estado de los caminos. El 3 de noviembre Cuenca había proclamado su libertad. Dos días después, el Jefe Político y Militar de esa provincia, José María Vásquez de Noboa, escribe una carta al burgomaestre lojano, en la que informaba sobre “la independencia de los déspotas peninsulares” y la urgente necesidad de sumarnos al movimiento libertario.

Al no tener respuesta, el 14 de noviembre, el líder cuencano envía una enérgica misiva en la que, textualmente, decía: “El ejército de mi mando que lleva el timbre de libertador de las cadenas, jamás permitirá una apatía perjudicial”. La amenaza era evidente ante la falta de pronunciamiento del pueblo de Loja. Sin embargo, lo que Vásquez de Noboa no sabía es que, su primera carta, no llega a nuestra tierra sino hasta el día 17. Resulta que, por el mal estado del camino, se queda en Oña de donde logra ser remitida a manos del doctor Valdivieso. De inmediato, el 18 de noviembre, los lojanos proclaman su libertad.

De esta anécdota, que casi nos cuesta una reyerta con Cuenca, han pasado 199 años. Hoy Loja sigue con problemas viales. La gran minería congestionará nuestros caminos. Necesitamos una carretera de cuatro carriles hasta Catamayo.

Pero, después de tanto rogar, el Estado, que es el gran beneficiario de la extracción mineral, no pondrá dinero para la vía. Ha dicho que, con el peaje, la paguen los lojanos. Además, solo autoriza que se amplíe un carril adicional. Del túnel, que acorta el camino, ni hablar.

En fin, cuando estamos en los albores del bicentenario de nuestra libertad, es necesario que pensemos sobre el trato que recibimos. Loja debe salir por sus fueros y avanzar hacia el federalismo. (O)

[email protected]

Gabriel U. García T.

Para Loja, sus carreteras, siempre han sido un problema. En 1820, el alcalde, don Pío de Valdivieso, tuvo un grave inconveniente por el mal estado de los caminos. El 3 de noviembre Cuenca había proclamado su libertad. Dos días después, el Jefe Político y Militar de esa provincia, José María Vásquez de Noboa, escribe una carta al burgomaestre lojano, en la que informaba sobre “la independencia de los déspotas peninsulares” y la urgente necesidad de sumarnos al movimiento libertario.

Al no tener respuesta, el 14 de noviembre, el líder cuencano envía una enérgica misiva en la que, textualmente, decía: “El ejército de mi mando que lleva el timbre de libertador de las cadenas, jamás permitirá una apatía perjudicial”. La amenaza era evidente ante la falta de pronunciamiento del pueblo de Loja. Sin embargo, lo que Vásquez de Noboa no sabía es que, su primera carta, no llega a nuestra tierra sino hasta el día 17. Resulta que, por el mal estado del camino, se queda en Oña de donde logra ser remitida a manos del doctor Valdivieso. De inmediato, el 18 de noviembre, los lojanos proclaman su libertad.

De esta anécdota, que casi nos cuesta una reyerta con Cuenca, han pasado 199 años. Hoy Loja sigue con problemas viales. La gran minería congestionará nuestros caminos. Necesitamos una carretera de cuatro carriles hasta Catamayo.

Pero, después de tanto rogar, el Estado, que es el gran beneficiario de la extracción mineral, no pondrá dinero para la vía. Ha dicho que, con el peaje, la paguen los lojanos. Además, solo autoriza que se amplíe un carril adicional. Del túnel, que acorta el camino, ni hablar.

En fin, cuando estamos en los albores del bicentenario de nuestra libertad, es necesario que pensemos sobre el trato que recibimos. Loja debe salir por sus fueros y avanzar hacia el federalismo. (O)

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Gabriel U. García T.

Para Loja, sus carreteras, siempre han sido un problema. En 1820, el alcalde, don Pío de Valdivieso, tuvo un grave inconveniente por el mal estado de los caminos. El 3 de noviembre Cuenca había proclamado su libertad. Dos días después, el Jefe Político y Militar de esa provincia, José María Vásquez de Noboa, escribe una carta al burgomaestre lojano, en la que informaba sobre “la independencia de los déspotas peninsulares” y la urgente necesidad de sumarnos al movimiento libertario.

Al no tener respuesta, el 14 de noviembre, el líder cuencano envía una enérgica misiva en la que, textualmente, decía: “El ejército de mi mando que lleva el timbre de libertador de las cadenas, jamás permitirá una apatía perjudicial”. La amenaza era evidente ante la falta de pronunciamiento del pueblo de Loja. Sin embargo, lo que Vásquez de Noboa no sabía es que, su primera carta, no llega a nuestra tierra sino hasta el día 17. Resulta que, por el mal estado del camino, se queda en Oña de donde logra ser remitida a manos del doctor Valdivieso. De inmediato, el 18 de noviembre, los lojanos proclaman su libertad.

De esta anécdota, que casi nos cuesta una reyerta con Cuenca, han pasado 199 años. Hoy Loja sigue con problemas viales. La gran minería congestionará nuestros caminos. Necesitamos una carretera de cuatro carriles hasta Catamayo.

Pero, después de tanto rogar, el Estado, que es el gran beneficiario de la extracción mineral, no pondrá dinero para la vía. Ha dicho que, con el peaje, la paguen los lojanos. Además, solo autoriza que se amplíe un carril adicional. Del túnel, que acorta el camino, ni hablar.

En fin, cuando estamos en los albores del bicentenario de nuestra libertad, es necesario que pensemos sobre el trato que recibimos. Loja debe salir por sus fueros y avanzar hacia el federalismo. (O)

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Gabriel U. García T.

Para Loja, sus carreteras, siempre han sido un problema. En 1820, el alcalde, don Pío de Valdivieso, tuvo un grave inconveniente por el mal estado de los caminos. El 3 de noviembre Cuenca había proclamado su libertad. Dos días después, el Jefe Político y Militar de esa provincia, José María Vásquez de Noboa, escribe una carta al burgomaestre lojano, en la que informaba sobre “la independencia de los déspotas peninsulares” y la urgente necesidad de sumarnos al movimiento libertario.

Al no tener respuesta, el 14 de noviembre, el líder cuencano envía una enérgica misiva en la que, textualmente, decía: “El ejército de mi mando que lleva el timbre de libertador de las cadenas, jamás permitirá una apatía perjudicial”. La amenaza era evidente ante la falta de pronunciamiento del pueblo de Loja. Sin embargo, lo que Vásquez de Noboa no sabía es que, su primera carta, no llega a nuestra tierra sino hasta el día 17. Resulta que, por el mal estado del camino, se queda en Oña de donde logra ser remitida a manos del doctor Valdivieso. De inmediato, el 18 de noviembre, los lojanos proclaman su libertad.

De esta anécdota, que casi nos cuesta una reyerta con Cuenca, han pasado 199 años. Hoy Loja sigue con problemas viales. La gran minería congestionará nuestros caminos. Necesitamos una carretera de cuatro carriles hasta Catamayo.

Pero, después de tanto rogar, el Estado, que es el gran beneficiario de la extracción mineral, no pondrá dinero para la vía. Ha dicho que, con el peaje, la paguen los lojanos. Además, solo autoriza que se amplíe un carril adicional. Del túnel, que acorta el camino, ni hablar.

En fin, cuando estamos en los albores del bicentenario de nuestra libertad, es necesario que pensemos sobre el trato que recibimos. Loja debe salir por sus fueros y avanzar hacia el federalismo. (O)

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