Después de todo, fue muy tarde

Pablo Vivanco Ordoñez

Después de su necedad tendida con los ojos a la tierra, decidieron llamar al diálogo. Cuando los cadáveres fríos reposaban en sus ataúdes mancillados por el estado policial y represor; después de que los escudos de cartón no pudieron detener las balas, los perdigones y los gases disparados; dos noches después de que los refugios fueron atacados con bombas de aire y con amenazas; días posteriores a la paralización de las vías; después de que un caudillo mostrara el racismo que se cuela por su guayabera; días después de una marcha de octubre que develaba el clasismo de los que huelen a oligarcas; también días después de que la xenofobia se expuso libremente en redes sociales; después de que satanizaron a los manifestantes; mucho después de la organización popular; después de que la familia sacó la cacerola para demostrar que desde lo doméstico también se disputa lo político; mucho después de los desaparecidos, los encarcelados, los golpeados por las botas negras de una acción ciega. Muchas semanas después de demostrar con datos y experiencias que el fondo monetarismo no nos salva ni nos ayuda. Después de un estado de excepción que ordenaba a mansalva disparar como escupen los atormentados; horas después de decretar –porque ellos gobernaron con decretos- los toques de queda para decirles que no salgan, que todo se resuelve con decretos; mucho después de la desesperación y la angustia, después de mucho fango esparcido desde el aparato central, el gobierno decidió llamar a un diálogo. El gobierno del diálogo esperó que lo narrado sea cierto para decir que querían dialogar.

El pueblo seguirá vigilante, porque ahora más que nunca sabe que la unidad lo hace invencible. (O)

[email protected]

Pablo Vivanco Ordoñez

Después de su necedad tendida con los ojos a la tierra, decidieron llamar al diálogo. Cuando los cadáveres fríos reposaban en sus ataúdes mancillados por el estado policial y represor; después de que los escudos de cartón no pudieron detener las balas, los perdigones y los gases disparados; dos noches después de que los refugios fueron atacados con bombas de aire y con amenazas; días posteriores a la paralización de las vías; después de que un caudillo mostrara el racismo que se cuela por su guayabera; días después de una marcha de octubre que develaba el clasismo de los que huelen a oligarcas; también días después de que la xenofobia se expuso libremente en redes sociales; después de que satanizaron a los manifestantes; mucho después de la organización popular; después de que la familia sacó la cacerola para demostrar que desde lo doméstico también se disputa lo político; mucho después de los desaparecidos, los encarcelados, los golpeados por las botas negras de una acción ciega. Muchas semanas después de demostrar con datos y experiencias que el fondo monetarismo no nos salva ni nos ayuda. Después de un estado de excepción que ordenaba a mansalva disparar como escupen los atormentados; horas después de decretar –porque ellos gobernaron con decretos- los toques de queda para decirles que no salgan, que todo se resuelve con decretos; mucho después de la desesperación y la angustia, después de mucho fango esparcido desde el aparato central, el gobierno decidió llamar a un diálogo. El gobierno del diálogo esperó que lo narrado sea cierto para decir que querían dialogar.

El pueblo seguirá vigilante, porque ahora más que nunca sabe que la unidad lo hace invencible. (O)

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Después de su necedad tendida con los ojos a la tierra, decidieron llamar al diálogo. Cuando los cadáveres fríos reposaban en sus ataúdes mancillados por el estado policial y represor; después de que los escudos de cartón no pudieron detener las balas, los perdigones y los gases disparados; dos noches después de que los refugios fueron atacados con bombas de aire y con amenazas; días posteriores a la paralización de las vías; después de que un caudillo mostrara el racismo que se cuela por su guayabera; días después de una marcha de octubre que develaba el clasismo de los que huelen a oligarcas; también días después de que la xenofobia se expuso libremente en redes sociales; después de que satanizaron a los manifestantes; mucho después de la organización popular; después de que la familia sacó la cacerola para demostrar que desde lo doméstico también se disputa lo político; mucho después de los desaparecidos, los encarcelados, los golpeados por las botas negras de una acción ciega. Muchas semanas después de demostrar con datos y experiencias que el fondo monetarismo no nos salva ni nos ayuda. Después de un estado de excepción que ordenaba a mansalva disparar como escupen los atormentados; horas después de decretar –porque ellos gobernaron con decretos- los toques de queda para decirles que no salgan, que todo se resuelve con decretos; mucho después de la desesperación y la angustia, después de mucho fango esparcido desde el aparato central, el gobierno decidió llamar a un diálogo. El gobierno del diálogo esperó que lo narrado sea cierto para decir que querían dialogar.

El pueblo seguirá vigilante, porque ahora más que nunca sabe que la unidad lo hace invencible. (O)

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Después de su necedad tendida con los ojos a la tierra, decidieron llamar al diálogo. Cuando los cadáveres fríos reposaban en sus ataúdes mancillados por el estado policial y represor; después de que los escudos de cartón no pudieron detener las balas, los perdigones y los gases disparados; dos noches después de que los refugios fueron atacados con bombas de aire y con amenazas; días posteriores a la paralización de las vías; después de que un caudillo mostrara el racismo que se cuela por su guayabera; días después de una marcha de octubre que develaba el clasismo de los que huelen a oligarcas; también días después de que la xenofobia se expuso libremente en redes sociales; después de que satanizaron a los manifestantes; mucho después de la organización popular; después de que la familia sacó la cacerola para demostrar que desde lo doméstico también se disputa lo político; mucho después de los desaparecidos, los encarcelados, los golpeados por las botas negras de una acción ciega. Muchas semanas después de demostrar con datos y experiencias que el fondo monetarismo no nos salva ni nos ayuda. Después de un estado de excepción que ordenaba a mansalva disparar como escupen los atormentados; horas después de decretar –porque ellos gobernaron con decretos- los toques de queda para decirles que no salgan, que todo se resuelve con decretos; mucho después de la desesperación y la angustia, después de mucho fango esparcido desde el aparato central, el gobierno decidió llamar a un diálogo. El gobierno del diálogo esperó que lo narrado sea cierto para decir que querían dialogar.

El pueblo seguirá vigilante, porque ahora más que nunca sabe que la unidad lo hace invencible. (O)

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