La incertidumbre de la inseguridad

Pablo Vivanco Ordóñez

Hay una escalada de los índices de violencia que no puede pasar inadvertida. Todos los días cobra víctimas dentro y fuera del espacio doméstico, dentro y fuera de lo que pensamos como normal. Seguimos siendo intolerantes, vivimos con la irritación en la epidermis, y no soportamos nada de lo que no queremos, como si el mundo fuera hecho con nuestra medida.

Las lógicas de seguridad se constituyen alrededor de construir un foco de peligrosos, jugando con la medida sistemática de dividir entre los buenos y los malos; se incluyen los unos dentro del espacio restringido, y se excluye de sus espacios de socialización a los que se asume son una amenaza.

La solidaridad está desgastada y apelar a ella es insuficiente. La inmediatez a la que nos ha arrojado los tiempos en que vivimos, hace que la pacífica resolución de los conflictos sea una cosa viscosa porque tarda y hoy ya nadie quiere esperar.

El sujeto que conduce un automóvil en la ciudad no espera ni quince segundos para usar el claxon en caso de que el carro situado frente al suyo no se ha puesto en marcha. El hincha que vio perder a su equipo y molesto camina a su casa con la banda de congéneres, tienen la tentación de perseguir a un hincha del equipo ganador, como si él fuese capaz de expiar las goleadas y las repentinas pérdidas. Los padres y las madres de familia no soportan la inquietud y la energía de sus hijos, y para costear su tranquilidad les dan celulares que les abren los ojos pero les pueden apagar el cerebro.

Seguimos buscando entonces la certidumbre de la seguridad pero la seguimos buscando en la isla de lo íntimo, recluyéndose en espacios más pequeños, y haciendo de las casas, de los vecindarios, y de los trabajos, verdaderas fortalezas que impidan la filtración de la amenaza. Eso, hacen los que pueden hacerlo. Afuera seguirán las vejaciones y las muertes. Por eso, no se trata de recluirse solamente, sino de procurarse espacios comunes en los que todos puedan vivir tranquilamente: esa es una solución política del asunto. No nos alejemos de su búsqueda. (O)

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