Serafín Sarango es fiel a sus clientes

Venta. Sus chifles son preparados en día y por eso se mantienen frescos.
Venta. Sus chifles son preparados en día y por eso se mantienen frescos.
Recorrido. Siempre se lo puede encontrar a Don Serafín en las calles con su canasto.
Recorrido. Siempre se lo puede encontrar a Don Serafín en las calles con su canasto.

En ocasiones un poco tímido, pero siempre con buen semblante, Serafín Sarango Jaramillo visita diariamente a sus clientes, muchos de los cuáles le dicen ‘Don Serafín’.

En su mano derecha lleva su canasta en el que guarda las fundas con chifles de plátano, papa, guineo, camote, yuca y mixtos, siempre están tapadas con un mantel para evitar el polvo. En su mano izquierda porta una funda en la que guarda el canguil.

Cuenta que lleva alrededor de 30 años ofreciendo estos productos. “Soy del cantón Quilanga y vine con mi hermana a Loja para buscar trabajo. Ella se regresó y yo me quedé”, comentó. Al inicio empezó vendiendo papa y de ahí aprendió a preparar los chifles.

Le enseñaron unos conocidos. Al inicio le fue difícil hasta que se pudo hacer conocer. Empezó ofreciendo el producto en las inmediaciones de la escuela La Salle por alrededor de siete años.

Después prefirió recorrer las calles céntricas y visitar los almacenes y más locales. Iniciaba el recorrido a las 09:00 hasta las 12:30, en lo que vendía unas 40 fundas.

En la actualidad sale a las 10:00 desde su vivienda que queda en el sector de Obrapía. Para esto se levanta todos los días a las 04:00 e inicia la preparación de los chifles, “les brindo productos frescos, por eso mis clientes siempre están pendientes”, afirma.

Camina por la 18 de Noviembre, Imbabura, Sucre, Colón y más calles céntricas. “No me gusta irme a los parques u otros lugares, porque mis clientes siempre me esperan”, cuenta con sano orgullo y agrega que los visita de lunes a sábado, puesto que el domingo realiza tareas del hogar.

Está contento porque con su trabajo pudo criar y dar estudio a sus dos hijos (hombre y mujer), quienes están ya están casados.

Tiene la expectativa de continuar ofreciendo los chifles hasta que pueda recorrer la ciudad. “Ahora es más difícil conseguir trabajo, pero tampoco quiero dejarlos a mis clientes”, expresa con una sonrisa.