El hacinamiento carcelario

LUIS MUÑOZ MUÑOZ

La declaratoria de emergencia en las cárceles o centros de rehabilitación social, por el exagerado hacinamiento de personas privadas de su libertad, no es la panacea para solucionar tan angustiosa situación.

El problema es la cantidad de sindicados que hay en las cárceles, que en la actualidad suma la tercera parte del total de la población carcelaria de presos sin sentencia. Si en la cárcel estuvieran solamente los condenados no habría hacinamiento porque el total de esa población es infinitamente menor, pero los sindicados detrás de las rejas suman un número superior, sin contar la población con boletas de apremio por falta de pago de los alimentos y los infractores de la llamada “violencia intrafamiliar”.

Las medidas que se han ido tomando para paliar esta cuestión no han sido suficiente y han fracasado como fracasará la declaratoria de emergencia , porque no se está tocando las causas principales que originan el hacinamiento, “el mal no está en las sábanas”, debe atacarse a la estructura de la política criminal, fortaleciendo la misma, construyendo más cárceles, y derogando varias disposiciones del Código Orgánico Integral Penal, que adolecen de un análisis técnico y apropiado, se establecieron normas visceralmente y no técnicamente.

De acuerdo a las estadísticas, por cada cupo hay tres nuevos privados de la libertad. Ante el hacinamiento, los prisioneros en el encierro se llenan de odio y venganza, por falta de programas de resocialización.

Debe imponerse una justicia restaurativa y transformativa, que es más profunda y aconsejable. Esta concibe al criminal dentro de un tejido que necesita sanarse apoyando a las víctimas para que se curen y también a los victimarios. Si no combatimos la pobreza, el racismo, la injusticia, si no invertimos más en educación, no cambiaremos la sociedad, ni evitamos el aumento de la delincuencia, entonces, la declaratoria de emergencia no servirá de nada. (O)