Estado de Excepción

El Estado de Excepción, desde el punto de vista constitucional, es una limitación a ciertos derechos individuales en una nación, cuya atribución constitucional la tiene el Presidente de la República, para decretarlo en situaciones extraordinarias que afecten gravemente a la seguridad del país, en las cuales son insuficientes las facultades ordinarias y comunes. El Presidente está autorizado por la Constitución a decretar el Estado de Excepción en parte o en todo el territorio nacional en caso de agresión, conflicto armado internacional o interno, grave conmoción interna, calamidad pública o desastre natural; por supuesto que aquel Estado de Excepción observará los principios de necesidad, proporcionalidad, legalidad, temporalidad y lo que es más, razonabilidad. Podrá suspender o limitar el ejercicio al derecho a la inviolabilidad de domicilio, de la correspondencia, libertad de tránsito, asociación, reunión e información en los términos que señala la Constitución. Una vez que se ha decretado el Estado de Excepción, el Presidente de la República puede decretar también la recaudación anticipada de tributos; utilizar fondos públicos destinados a otros fines, excepto los que corresponden a salud y educación; disponer la censura previa a la información; disponer el empleo de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional; es decir, vendría a ser una dictadura legalizada y constitucionalmente garantizada.

Podemos entender también, que la tramitología para la adquisición de bienes y servicios es tan sencilla, así como la rápida disposición del dinero del Estado, que con una efectividad asombrosa ha facilitado para que nuestros funcionarios públicos, sin un ápice de escrúpulos y dignidad y en contubernio con empresarios privados, dilapiden los fondos públicos, especialmente los del IESS, tal es así que si el Presidente decide no despedir a estos malos servidores, esta institución quebrará y no habrá dinero para pagar las pensiones jubilares y cesantía de quienes nos hemos sacrificado toda una vida. Por favor Señor Presidente, lea los medios de comunicación social que dan cuenta del latrocinio diario; tenga piedad de la Sra. Ministra Fiscal, militares y policías que laboran sin cesar para perseguir el delito, arriesgando su salud y sus vidas en una época de pandemia tan peligrosa; ellos también tienen familia. Desde esta columna, vaya para Uds. nuestro apoyo incondicional.

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