Grandísima culpa

Tuve la oportunidad de ver la brutal agresión al periodista Ramiro Cueva Atarihuana en Lovaina, Bélgica, por los “mercenarios” de Correa, cuando trataba de lograr una noticia de legítimo interés para los ecuatorianos. Por su valentía le expreso mi solidaridad. La savia que debería alimentar la vida misma se torna escurridiza. Los titiriteros, desde el oscuro poder, la maquillan y cambian su disfraz. Mientras, los que devinieron en caja de resonancia, convencidos de mil mentiras, se acostumbran poco a poco a ser señalados con el índice. Perdieron la vergüenza, el indispensable mínimo pudor y caminan pensándose libres, como que nada hubiera pasado. La enfermedad que sufren (miedo, angustia, desolación) los arrincona –aborregados- bajo el alero de la culpa, de la grandísima culpa.

Leonardo Cueva Piedra
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