Assange, el ecuatoriano

La Cancillería tiene tres aprietos desde la instalación del correato y el desarrollo del continuismo actual. Ese discurso confuso de ‘revolución ciudadana’, incoherente, provoca claros desaciertos y absurdos: la pérdida de soberanía por el endeudamiento con China, la pésima interpretación de la crisis humanitaria en Venezuela y el disparo en el pie provocado por proteger y nacionalizar al hacker Julian Assange.

Uno: la preventa e intermediación del petróleo se trasladó desde unas mafias a otras. El pago con crudo a cambio de créditos y financiamiento fue una fórmula que modificó la dependencia y un futuro empeñado. En inicio, una economía subordinada a organismos internacionales fondomonetaristas pasó a depender de bancos y financistas chinos. Sin transparentes relaciones externas, la población local fue sobrecargada de impuestos, cayó el comercio exterior y las excesivas regulaciones ponen en riesgo la dolarización.

Dos: la cantidad de venezolanos regionalizó la pobreza. Cancillería aplaude la represión, tiranía y magnicidio de Nicolás Maduro, mientras la falta de comida, medicinas e inflación galopante allá es un grito de silencio ensordecedor acá. La contradicción de interpretar la crisis humanitaria provoca aglomeraciones de gente sin planificación, mecanismos de prevención y abastecimiento de servicios básicos. Esa política de movilidad humana sin control y pésimos acuerdos bilaterales es cotidiano.

Tres: el episodio bochornoso de la venta de la bandera de 1894, cuando una triangulación permitió a Chile vender al Japón un barco de su Armada usando la bandera de Ecuador no tiene la misma magnitud de nacionalizar al pirata informático Julian Assange. El fundador de WikiLeaks vive 5 años en nuestra embajada de Reino Unido realizando su propia guerra.

Demócratas y republicanos de EE.UU., así como españoles y catalanes coincidirían en la pésima idea de exaltar la libertad de expresión con este personaje acusado por delitos sexuales. La entrega de cédula y pasaporte para sacarlo de Reino Unido como diplomático ecuatoriano no es un chiste de torpeza ideológica sino rezago de un populismo cambalache sin salida ni sentido de la diplomacia ni del espionaje mundial en los días actuales. ¡Qué vergüenza!

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