Mercedes E. Palacios: “como enfermera puedo cuidar a mi familia”

Mercedes E. Palacios: “como enfermera puedo cuidar a mi familia”
INSPIRADORA. “Beticita” con su reconocimiento por 50 años de servicios. 

Orgullosa de ser lojana, de aportar al ámbito de la Medicina y de haber compartido con grandes personajes.

Enfermera de profesión, docente, gestora social, amiga, madre de siete hijos, abuela de 15 nietos y bisabuela de ocho bisnietos, son algunos de los oficios que la vida le regaló a Mercedes Edith Palacios Román, conocida cariñosamente por su familia y amigos como “Beticita”.

A sus 86 años se ha convertido en una mujer de juicio y valor. Su nombre trascenderá su existencia, porque el alma de los justos y buenos perdura en el tiempo y el espacio, para volverse perennes. Hablar de Mercedes Palacios es hablar de Loja, ya que ambas construyen la unidad perfecta de la grandeza como lojanos y ecuatorianos.

En entrevista con Diario La Hora, Mercedes Edith nos cuenta sus experiencias, motivaciones y logros profesionales.

MOTIVACIÓN. Su familia es su principal fortaleza y proyecto de vida cumplida.

Coméntenos de sus padres

Mi papá, Leopoldo Victoriano Palacios Moreno, realizó sus estudios en el Colegio Bernardo Valdivieso. Luego viajó al cantón Portovelo, provincia de El Oro, para desempeñarse como profesor y director de una escuela de varones. Cuando llegó a Portovelo, algunos extranjeros que trabajaban en las minas le pidieron ayuda con el idioma castellano, una solicitud que mi padre aceptó. Sin lugar a duda, este acuerdo fue beneficioso para ambas partes, porque los “gringos” aprendieron castellano, mientras que mi papá mejoró significativamente su nivel de inglés, además, aprendió a jugar tenis.

Dominar este nuevo idioma le abrió nuevas oportunidades. En el año de 1938 regresó de Portovelo e ingresó a laborar como docente de Inglés en el Colegio Bernardo Valdivieso. También fue profesor de los establecimientos La Dolorosa y La Inmaculada, asimismo, enseñó Inglés en la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad Nacional de Loja.

Cuando vivía en Portovelo conoció a mi madre Beatriz de los Ángeles Román, originaria del cantón Zaruma, con quien procreó seis hijos. Posteriormente, cuando se radicaron en Loja tuvieron cinco hijos más, conformando una numerosa familia.

Mi mamá falleció en 1947. Tras esta lamentable pérdida, fue mi padre quien asumió ese rol para que no nos falte nada. Siempre nos inculcó el valor de la educación, y gracias a su buena voluntad, responsabilidad y empeño, pude concluir la secundaria en el Colegio Bernardo Valdivieso.

Mi papá volvió a contraer matrimonio y procreó cinco hijos, es decir, somos 16 hermanos, cuatro de ellos ya fallecidos.

¿Siempre le gustó la Enfermería?

Esta es una profesión enfocada al servicio social. Desde pequeña le guardo mucho afecto, por tanto, sentí un gran interés por conocerla y estudiarla. Recuerdo que en aquel entonces en Loja únicamente existían las carreras de Derecho y Agronomía Veterinaria, sin embargo, quería algo diferente. Gracias a las bendiciones de la vida ingresé en 1955 a la Escuela Nacional de Enfermería en Quito, perteneciente a la Universidad Central del Ecuador; luego, en 1958 me gradué como enfermera junto a varias colegas lojanas como Teresa Sánchez y Nancy Sánchez.

Cuando volví a Loja ejercí la profesión en el Hospital San Juan de Dios. Después, en 1959 se inauguró la Clínica San Agustín y por petición de sus directivos ingresé a trabajar en esta institución. Luego de un año de servicios decidí retirarme de labores y contraje matrimonio con Máximo Moreira Witt, iniciando mi etapa como madre. Es por este motivo que permanecí en casa por alrededor de 15 años, a fin de atender y educar a mis siete hijos: Mariana, Matilde, Martha, Hans, María, Mercedes y Máximo.

Una vez que mis hijos crecieron pude reintegrarme al trabajo y lo hice en la Escuela de Enfermería de la Universidad Nacional de Loja, donde me desempeñé como docente por 20 años. Fue maravilloso aportar a esta ciudad desde la enseñanza, asimismo, pude guiar a mis estudiantes con humanismo para que sean empáticos y respetuosos con los pacientes. En 1999 me jubilé con la satisfacción del deber cumplido.

PROFESIONAL. Mercedes en la imposición de la cofia, con la presencia del presidente José María Velasco Ibarra.

Además de sus servicios como enfermera ¿cuáles son otros de sus aportes sociales?

No puedo responder sin nombrar a Julia Esther González, la primera especialista en Obstetricia en Loja y la persona encargada de atender algunos partos de mi difunta mamita. Julia laboró en el Hospital San Juan de Dios y gracias a su valioso aporte se inauguró el Departamento de Obstetricia y Maternidad.

Tengo la dicha de ser socia de la Unión de Mujeres Lojanas y de la Asociación de Mujeres Profesionales y Comerciantes, desde donde propuse un grato homenaje para Julia. Es así como logramos rendirle un reconocimiento, además, conversamos con el doctor José Miguel Cobos del Hospital San Juan de Dios, para que el área de Maternidad de este centro de salud lleve por nombre “Julia Esther González”, una petición que fue aceptada.

Cuando estuve de presidenta del Comité Cívico de San Sebastián, planteé a los socios realizar un concurso de libro leído en varias instituciones aledañas al sector en el que vivió Matilde Hidalgo, a quien tuve el gusto de conocer. La finalidad del concurso era capacitar a los estudiantes sobre esta representativa mujer, para que tengan en memoria algunos datos importantes que marcaron su vida y la historia de Loja. Pese a estas actividades, se debe hacer más por Matilde Hidalgo, porque Loja le debe mucho.

¿Nos puede compartir sus anécdotas?

Claro. En la capital hice prácticas en la Maternidad del Hospital Isidro Ayora, y pude evidenciar un abuso de fondos por parte del personal. La situación cambió cuando llegó de director el conocido personaje Isidro Ayora, quien se encargó de establecer directrices para recuperar la dignidad de esta área.

Otra anécdota la viví en el Hospital Eugenio Espejo. Recuerdo que una vez hicieron fuertes temblores y un paciente en situación crítica no podía salir a la azotea del edificio, por lo que entre 10 personas nos dimos la forma de movilizarlo, puesto que nos pedía llorando que no lo dejemos.

¿Los profesionales de la Enfermería de hoy en día han cambiado?

Considero que no tienen la misma disciplina con la que yo me preparé. Para presentarnos a nuestro trabajo debíamos asistir bien peinadas, algo que en la actualidad muy poco se ve.

Quienes se animan a estudiar esta carrera deben ser conscientes del reto que asumen. Es una profesión con gran responsabilidad porque trabajamos con seres humanos.

 

TOME NOTA

Recientemente fue homenajeada por la Asociación Iberoamericana de Mujeres Empresarias (AIME).

EL DATO

Mercedes Palacios es de las primeras enfermeras de Loja.

EXTRACTO

“Una enfermera necesita calidad humana. Al tratar con personas se debe poner cabeza, corazón y manos, porque esto nos acerca a Dios”